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BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre

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COLABORACIONES 199<br />

Juan Ruiz de Alarcón y sor Juana son también celebrados por Caro,<br />

aquél como par de Calderón de la Barca y ésta como “presidenta del<br />

coro de las vírgenes cantoras de España e Indias”, es decir, sor Gregoria<br />

de Santa Teresa, sor María del Cielo, sor Paula de Jesús Nazareno y la<br />

tunjana Francisca Josefa de la Concepción. Pero cuando su repaso histórico<br />

llega al siglo XIX, Caro opone los reparos siguientes:<br />

El siglo presente ha sido para toda la familia española, de alteraciones<br />

y agitación constante. Envuelta la sociedad en pavoroso torbellino de<br />

calamidades, un espíritu revolucionario y satánico la mantiene fuéra<br />

de quicio, y no ha dado vagar para dedicarse a estudios serios y al<br />

cultivo tranquilo de las nobles artes. Interrumpidas las tradiciones literarias,<br />

perseguidos los institutos docentes, arruinadas o uncidas al<br />

carro de la política las universidades, ¿cómo no había de penetrar la<br />

anarquía en la literatura? Los aficionados a las letras, al mismo tiempo<br />

que proclaman la independencia absoluta del pensamiento, sin estudiar<br />

ni en la naturaleza ni en los modelos los principios de lo bello,<br />

son, quizá sin saberlo, menguados esclavos de la moda, y sólo aciertan<br />

a producir obrillas que durarán en las manos del público lo que<br />

frágil juguete en las de un niño. “Si se compara (dice de Méjico el<br />

sabio Conto) lo que se escribía hacia el año de 1830 con lo que dos<br />

siglos antes habían producido Valbuena [sic], Ruiz de Alarcón y sor<br />

Juana Inés de la Cruz, la comparación es notoriamente desventajosa<br />

para el tiempo posterior, y hay que convenir en que habíamos atrasado<br />

en vez de adelantar”. 9<br />

Pero si Caro censura la producción literaria mexicana de la primera<br />

mitad del siglo XIX, el recuerdo de la creación de su Academia le da<br />

ocasión para elogiarla como “restauradora del buen gusto” y presentarla<br />

como un “verdadero y glorioso Renacimiento”:<br />

El generoso pensamiento que concibió la Academia Española, y que<br />

con éxito vario se ha realizado ya en algunas de estas Repúblicas, de<br />

establecer Academias correspondientes en las capitales de la América<br />

Latina, fue en Méjico semilla echada en terreno fecundo, que dispuesto<br />

a recibirla, la ha convertido en breve en planta robusta y frondosa.<br />

Los nombramientos de académicos recayeron en beneméritos literatos<br />

que, unidos, ejercerán una influencia social que aislados no hubieran<br />

alcanzado, puesto que con no menos verdad que a la industria es<br />

9 Idem, p. 357.

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