BOLETIN Tomo LXVIII Núms. 277-278 Julio-diciembre
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BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />
desde finales del siglo XI por los habitantes del Mediodía de Francia<br />
para referirse a los hispano-godos que a raíz de la invasión árabe se<br />
habían refugiado al norte de los Pirineos. Y es lógico que ese término<br />
hubiera nacido al otro lado de la frontera porque son los pueblos vecinos<br />
los que tienen la necesidad de nombrar a los oriundos de la región<br />
con la que limitan. 27<br />
Pero los cluniacenses no sólo trajeron palabras al idioma que se estaba<br />
formando, también llegaron con ellos grupos de trovadores franceses<br />
que tendrían una marcada influencia sobre sus homólogos<br />
peninsulares. En los siglos XII y XIII empieza a tomar fuerza la poesía<br />
épica o lírica de carácter popular. Surgen por doquier los juglares que<br />
recitan o cantan para los reyes, nobles y público en general composiciones<br />
de su autoría.<br />
Uno de los poemas más famosos de la épica medieval es el Cantar<br />
de Mío Cid, un cantar de gesta de autor anónimo que narra las hazañas<br />
heroicas del caballero castellano Rodrigo Ruiz de Vivar, conocido como<br />
el Cid Campeador. El lenguaje del poema es de un realismo admirable<br />
que le hace sentir al oyente o al lector que está inmerso en el fragor de<br />
la batalla no sólo por los verbos que utiliza sino por la forma como<br />
describe la acción:<br />
Abraçan los escudos delant los coraçones<br />
abaxan las lanzas abueltas con los pendones<br />
enclinaban las caras sobre los arzones<br />
batién los cavallos con los espolones…<br />
Embrazan los escudos ante sus corazones,<br />
enristran las lanzas, envueltos los pendones,<br />
inclinaron las caras encima de los arzones,<br />
batían los caballos con los espolones… (Mío Cid, Tirada 35)<br />
Como se puede ver, el español de los siglos XII y XIII todavía no había<br />
llegado a su plenitud formal y aún necesitaba perfeccionarse, pero<br />
el idioma ya mostraba su fisonomía; no era latín, no era leonés ni aragonés<br />
aunque contuviera rasgos de esos dialectos, ya era castellano.<br />
27 Moreno Fernández, F. Op. Cit. p.41.