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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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Hay un silencio desagradable.

A continuación, Beverly niega con la cabeza, incrédula.

—No puede ser —replica. Como David no responde, empieza a protestar—:

¿Crees que uno de nosotros es un asesino?

—Es posible —contesta David.

—Pero eso es absurdo —insiste Beverly mirando frenéticamente a su

alrededor, a todos los demás—. Parece que piensas que cualquiera es capaz

de matar. Los asesinos no son personas normales. —Mira a los demás con

desesperación.

Henry está de acuerdo con su mujer aunque no dice nada. La idea de que sea

uno de ellos le parece absurda, como salida de una novela. Está dispuesto a

creer que Matthew, en un ataque de ira, quizá haya podido matar a su

prometida. Pero no cree que haya matado también a Candice, a sangre fría.

David ha pasado demasiado tiempo entre criminales, se dice ahora Henry. No

puede imaginarse a ninguno de sus acompañantes empujando a una joven por

las escaleras y, después, golpeándole el cráneo contra el escalón. Ni tampoco

se imagina a ninguno estrangulando a Candice. Mira a su alrededor con

inquietud en medio de la parpadeante oscuridad.

Sábado, 17:45 horas

—Deberíamos registrar el hotel —sugiere David mientras siguen agrupados

alrededor del cadáver de Candice.

Los demás le miran, sobresaltados.

David sabe que todos están conmocionados y que probablemente no puedan

pensar con claridad.

—Hay dos personas muertas. Asesinadas. Tal vez no seamos los únicos que

estamos aquí —dice sin rodeos.

Desde la oscuridad, unos rostros asustados le devuelven la mirada.

—Quien haya hecho esto debe de estar loco —susurra Lauren.

—No hay nadie más hospedado en el hotel —balbucea James.

—¿Nadie más del servicio al que no hayamos visto?

James niega con la cabeza.

—No. Solo Bradley y yo. Por la tormenta. Los demás no han podido llegar.

—Puede que haya alguien más sin que lo sepamos —argumenta David.

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