Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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Domingo, 13:45 horas
La sargento Sorensen vuelve a sentarse pesadamente. No sabe cuánto tiempo
más va a pasar hasta que llegue el equipo de la policía científica. Se mira el
reloj con impaciencia. Tras haber pasado varias horas en habitaciones
heladas, bebiendo infinitas cantidades de café caliente, empieza a entender lo
que debe de haber sido estar atrapado en este hotel dejado de la mano de
Dios todo el fin de semana sin electricidad. No puede ni imaginarse cómo ha
debido de ser el resto.
Pero las pruebas están ahí. Tres personas, al menos, han sido asesinadas.
Otra ha muerto probablemente por el frío tras haber salido huyendo del hotel,
aterrorizada. Y una quinta persona ha muerto en circunstancias sospechosas.
Los supervivientes están visiblemente traumatizados.
Llama a Ian Beeton, el hombre al que los demás temen, el hombre que
algunos creen que puede ser el asesino. Ian está pálido e inquieto cuando
entra en el comedor. La mira con cautela. Ella se pregunta qué pensará él que
es peor: que los demás le acusen en medio de la noche cuando el miedo y la
paranoia de todos estaba en su punto álgido o que le interrogue la policía a
plena luz del día.
Debe de sentir una presión terrible, piensa.
—Tome asiento, por favor —dice ella.
Se sienta y la mira como si estuviese esperando que le arresten. La sargento
se pregunta si va a ser el primero que se niegue a hablar con ella después de
que le lea sus derechos.
Pero él asiente y mira nervioso hacia el vestíbulo, donde están reunidos los
demás. Las puertas de cristal están cerradas. Vacilante, guiado por las
preguntas de ella, le relata su propia versión del fin de semana. Niega haber
conocido a Dana Hart o a Candice White ni haber oído nunca hablar de ellas.
Le dice que está tan impactado por los asesinatos como el resto.
—Los demás creen que lo hizo usted —dice ella.
—Están locos. Yo no he matado a nadie —responde a la defensiva—. Podría
haber sido cualquiera de ellos.
—¿Quién cree usted que lo ha hecho?
Guarda silencio un momento antes de contestar.