Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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Por un momento, se quedan completamente inmóviles, escuchando. Oyen la
voz de una mujer que está gritando.
Riley saca las piernas de la cama y se pone la bata al notar el frío, mientras
Gwen se apresura a hacer lo mismo.
—Espérame.
Riley coge la llave y las dos salen por la puerta. El pasillo de la tercera planta
está inesperadamente oscuro y, de repente, se detienen, desorientadas. Riley
recuerda que tiene que hablar con Gwen sobre la noche anterior, pero ahora
no es el momento. Simplemente, se siente agradecida por tener a Gwen con
ella. No sabe qué haría si algo le pasara.
—Se ha debido de ir la luz —dice Gwen.
Riley y Gwen se dirigen hacia la gran escalera, descalzas. Se agarran a la
barandilla de madera pulida y bajan deprisa mientras oyen otros pasos que
corren por el hotel oscuro.
Entonces, Riley se detiene en seco. La poca luz que entra por las ventanas de
la fachada ilumina una espantosa visión por debajo de ella. Dana está tirada
en el suelo al pie de las escaleras, completamente inmóvil, con los brazos y las
piernas en una posición poco natural bajo su bata de satén azul marino. Su
precioso pelo largo se abre a su alrededor, pero su rostro tiene una palidez
inconfundible. Sabe de inmediato que Dana está muerta.
Lauren está arrodillada en el suelo a su lado, inclinada sobre ella, con la mano
presionada sobre su cuello, buscándole el pulso. Levanta la mirada hacia
ellas, con expresión afligida.
—Acabo de encontrarla. —Su voz suena crispada.
Riley continúa bajando despacio las escaleras hasta que llega al último
escalón, justo por encima del cadáver. Puede notar la presencia de Gwen
detrás de ella, oye sus sollozos.
—¿Has sido tú la que ha gritado? —pregunta Riley.
Lauren asiente, llorosa.
Riley se da cuenta de que Bradley y su padre, James, están cerca. James mira
fijamente al cuerpo de la mujer muerta al fondo de su escalera, con el rostro
carente de expresión debido a la conmoción. Bradley parece incapaz de mirar
a Dana y, en su lugar, observa a Lauren mientras esta se mueve por encima
del cadáver. Entonces, James se acerca y extiende la mano, vacilante.
—Está muerta —le dice Lauren.
Él aparta la mano, casi agradecido.