Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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—Fue después del almuerzo. Dijo que teníamos que dejarla donde estaba
hasta que llegara la policía. Que podría ser el escenario de un crimen. —
Lauren levanta la vista hacia ella—. Creo que nadie le creyó al principio.
Creíamos que había sido un accidente, que estaba exagerando. Hasta que
mataron a Candice.
Sorensen le pide que le describa el resto del día, el hallazgo del cuerpo de
Candice, lo que ocurrió esa noche.
—Entre los demás, hay quienes creen que ha podido ser su novio, Ian, el que
ha cometido los asesinatos —dice Sorensen cuando Lauren termina.
—No sé —responde Lauren con severidad a la vez que baja los ojos a la mesa.
—¿Cree que es posible?
Vacila antes de contestar.
—Es posible. —Lauren la mira con evidente incomodidad—. Pasé parte de la
tarde en la sala de estar de la tercera planta, leyendo. No estuve con él.
Supongo… Supongo que podría haber sido él. —Vuelve a bajar la mirada a la
mesa.
—¿Y usted? —pregunta Sorensen.
—¿Perdón?
—Usted misma habría podido matar a Candice. Tampoco tiene coartada.
Estuvo sola en la sala de estar. Es más, podría haber matado a Dana y,
después, podría haber matado a Bradley.
—Ah. Bueno, pues le aseguro que no lo hice. ¿Qué motivos podría tener?
—No lo sé. ¿Conocía de antes a Dana Hart o a Candice White?
—No. Por supuesto que no —responde Lauren con tono firme. Como Sorensen
no dice nada, Lauren se inclina hacia delante con expresión seria—. No tiene
ni idea de cómo ha sido esto, estar aquí atrapada mientras sucedía todo.
Anoche, cuando todos salieron corriendo en medio de la oscuridad… David
corriendo detrás de Matthew, el resto de nosotros saliendo a toda prisa detrás
de Riley… —Niega con la cabeza, como si no pudiese creer que hubiese
pasado de verdad—. Estaba tan oscuro que era imposible saber dónde estaba
nadie. Pero, entonces, oí a Gwen. Debía de estar cerca, podía oír su
respiración mientras se deslizaba por el hielo. Parecía como si estuviese
teniendo un ataque de pánico, como si creyera que alguien iba tras ella. —
Lauren hace una pausa, como si estuviese reviviendo el recuerdo de esos
momentos tan desagradables en los que todo se estaba viniendo abajo.
Susurra—: La oí decir mi nombre. Pero no respondí. Pensé que quizá, si el
asesino estaba ahí, iría a por ella y no a por mí. Así que me quedé callada. —
Un sollozo se le escapa de la garganta. Y, a continuación, empieza a llorar de
verdad.