Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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una novela sobre un crimen real hace unos años que me gustó mucho. Esos
son casi los únicos que leo.
—Ah, ¿sí? —responde Sorensen—. ¿Cuál es el título?
—No lo recuerdo con exactitud, pero era sobre ese director de colegio que
mató a uno de sus alumnos.
Perez sale del comedor y Sorensen mira a Lachlan, que aprieta los labios al
oír este nuevo dato.
Ella se frota las manos y se acerca a las ventanas del comedor para ver el
bosque. Piensa en lo que puede esconderse en ese bosque oscuro —osos,
lobos—, cosas que pueden matar. Piensa en el asesino que hay en el interior
de ese mismo hotel.
Oye que alguien entra en el comedor. Se aparta de la ventana y ve que James
trae una bandeja con café y sándwiches. Observar a James realizando una
tarea que normalmente habría correspondido a Bradley le rompe el corazón.
Debe de ser ya la hora del almuerzo. Quiere darle las gracias, pero no se fía
de que le salga la voz. Él deja la bandeja en la mesita del bufé, la saluda con
la cabeza y sale de la habitación.
Ella se acerca a servirse una taza de café humeante. Después, coge un
sándwich y la taza y vuelve a la ventana a mirar el bosque, pensativa.
David ha vuelto al comedor después de que la sargento Sorensen le haya
llamado de nuevo. Se pregunta, agotado, qué querrá de él. Ya le ha contado
todo lo que sabe. Ahora mismo, lo que de verdad quiere es dormir.
—Señor Paley —dice Sorensen tras una larga pausa.
Su voz ha cambiado. Ya no es tan simpática como antes y el cuerpo de él se
pone rígido de forma automática, como si estuviese esperando un golpe.
—Sé quién es usted.
Ese es el golpe, exactamente el que él se esperaba.
—Yo le he dicho quién soy —responde él con frialdad.
Ella asiente.
—Me ha dicho su nombre, sí. Pero no me lo ha contado todo, ¿verdad?
—¿Por qué iba a hacerlo, si no es relevante?
—Quizá sí lo sea —contesta ella.
—No veo por qué.