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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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que ella deseaba.

—¿Te has acostado con él?

—La verdad es que sí. —Se gira y fulmina a Riley con la mirada—. ¿Por qué?

¿Hay algún problema? Soy mayorcita. No recuerdo haber tenido yo ningún

problema con ninguno de tus ligues. —Se sube la cremallera de los vaqueros

con un movimiento furioso y coge un jersey grueso—. Dios sabe que has

tenido bastantes —añade.

—Pero no sabes nada de él.

—Sí que lo sé. Es David Paley, abogado de Nueva York. Y un hombre muy

agradable. —No puede evitar añadir—: Y estamos muy bien juntos.

—Gwen, siéntate un momento —dice Riley a la vez que se sienta ella en su

cama.

Gwen se deja caer con gesto cansado en la cama enfrente de Riley y empieza

a ponerse unos calcetines abrigados. Se niega a mirarla, a hacerle ver que la

escucha. No quiere escucharla. Riley debería ocuparse de sus asuntos. Qué

rápido han cambiado las tornas este fin de semana. Se suponía que ella tenía

que cuidar de Riley pero, de repente, Riley está tratando de volver a ocupar el

rol de protectora. A Gwen no le gusta eso.

—No sé qué es, pero hay algo en él que me inquieta —comenta Riley con

evidente tono de tensión.

Gwen levanta los ojos hacia ella.

—Riley…, no quiero oírlo —afirma con una voz que deja claro que lo dice en

serio.

Riley se muerde la lengua y termina de vestirse en silencio.

David regresa a su habitación un momento para vestirse. Su mente va a toda

velocidad. Han pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo. Conocer a

Gwen. Ahora este desagradable accidente. Parece como si no hubiese sido un

accidente.

Ha aprendido a fiarse de su instinto después de tantos años como abogado

criminalista. Y sabe que en realidad no es tan fácil morir al caerse por un

tramo de escaleras. Está bastante seguro de que Dana no se ha roto el cuello.

Cree que la causa de la muerte ha sido el golpe en la cabeza. Y para morir por

un golpe en la cabeza al caer por las escaleras hay que caer de una forma

determinada. Tienes que golpearte la cabeza con fuerza contra el poste de la

barandilla, por ejemplo. Pero a él le parece que ella se golpeó contra el borde

del último escalón de una forma algo peculiar.

No le parece que sea para nada un accidente. Le parece más un asesinato.

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