Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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—¿Qué pasó? —pregunta Gwen.
—Se ahogó. En un estanque del pueblo.
—Lo siento mucho —dice Gwen.
Él asiente y baja la mirada hacia la copa que tiene en la mano.
—Mi madre estaba fuera de sí. Se fue al estanque solo. No le dejaban ir solo,
pero los demás estábamos ocupados en otras cosas y él se fue de todos
modos. Mi hermano era así. Tozudo, difícil de controlar. No obedecía.
Siempre hacía lo que quería sin importarle las consecuencias. Cuando no
apareció a la hora de cenar, fuimos a buscarle. No era tan raro. Siempre
volvíamos tarde a casa para cenar. —Duda un momento, da un trago a su
copa y continúa—: Fui yo el que lo encontró.
Lauren extiende una mano para cogerle la suya y se la lleva a su regazo. Ella
ya conocía la historia.
—Lo cierto es que mis padres nunca lo superaron. Los dejó bastante
destrozados. Así que supongo que es un incidente en una infancia que, por lo
demás, fue normal.
—Qué tragedia —dice Riley con sincera compasión.
—Fue hace mucho tiempo —responde Ian antes de coger su copa.
David observa a Ian con atención. Los ha estado observando a todos a la vez
que trataba de aparentar que no lo hacía. Hay algo en la forma en que Ian
cuenta la historia de su hermano que no le cuadra.
David entrevistaba antes a clientes a los que se les daba de maravilla mentir.
Normalmente, se daba cuenta. La forma en que movían los ojos hacia arriba y
hacia la izquierda. Los titubeos. Las fugaces expresiones faciales. La lámpara
de aceite proyecta la luz suficiente como para ver la cara de Ian. Y si le
hubiesen preguntado su opinión sobre si Ian estaba diciendo la verdad sobre
su hermano, habría dicho que no.
Sabe que no siempre es posible determinar si alguien miente. Se ha
equivocado en otras ocasiones. Y está cansado, estresado, y las circunstancias
son bastante excepcionales, para todos. Pero hay algo en Ian —un hombre
que hasta ahora le había parecido simpático, abierto y fácil de tratar— que
ahora le llama la atención.