Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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—¿Y qué opina usted?
—Sé lo que vi. Creo que Ian es el asesino, aunque fue muy convincente a la
hora de negarlo. Pero probablemente sea un buen actor. —Se inclina con
vehemencia hacia delante y dice—: Estuvo todos esos años mintiendo a sus
padres sobre lo de su hermano pequeño. ¿Quién podría hacer una cosa así?
Debe de ser un psicópata. —Se detiene y respira hondo—. Nunca antes he
conocido a ningún psicópata. En ese momento, me sentí aterrorizada. Todos
nos sentimos igual.
Sorensen interroga después a Gwen. Está claramente traumatizada por lo que
ha pasado y consternada por la muerte de su amiga.
—Entonces, ¿a Riley no la han asesinado? ¿Murió de frío? —pregunta Gwen
cuando termina de dar su versión de los hechos.
—No lo sabremos con seguridad hasta que llegue el resto del equipo, pero eso
es lo que parece —contesta Sorensen.
—Entonces, ella no tenía por qué haber muerto —susurra Gwen.
Sorensen la consuela lo mejor que puede.
Cuando por fin envía a Gwen de vuelta al vestíbulo, Sorensen se siente por un
momento ligeramente abrumada por la situación en la que se encuentra, pero
aparta a un lado esa sensación y vuelve a concentrarse en la tarea que tiene
delante.
Cuando Sorensen llama a Matthew Hutchinson para interrogarlo, ve cómo se
levanta rígidamente de su sillón para dirigirse al comedor.
En condiciones normales, separaría a los testigos en habitaciones distintas,
pero es más fácil tenerlos juntos alrededor de la chimenea. Ella confía en la
vigilancia de sus agentes, Perez y Wilcox, y en que se asegurarán de que no
hablen entre ellos.
Tras leerle sus derechos, Sorensen se toma su tiempo para repasar con
Matthew los sucesos del fin de semana. Ve claramente lo alterado que está.
Su prometida está muerta. Pero responde a todas las preguntas con buena
disposición. No tiene nada que decir que contradiga lo que los demás le han
contado.
—¿No tenía ningún motivo para matar a su prometida? —pregunta.
—¿Qué? —Ahora parece receloso. Asustado.
—Beverly dice que los oyó discutir esa misma noche. Hábleme de ello.
Él deja caer la cabeza, pero no lo niega. Ella creía que quizá lo haría. No es
más que la palabra de Beverly contra la de él.