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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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A su lado, han colocado otro cadáver en el suelo, junto a la pared. Está bien

envuelto en una sábana blanca.

—Convendría destaparla —dice. Lachlan se pone un par de guantes y, con

cuidado, aparta un poco la sábana. Miran el rostro helado de la mujer,

deformado por la muerte. Ven que era guapa. Está vestida con un salto de

cama y una bata de satén azul marino. Al verla ahí, muerta, en el suelo de una

casa de hielo tan ligera de ropa, Sorensen siente un escalofrío.

—Dios mío. Un espectáculo terrible —dice con pesar.

Se agacha para estudiar la herida de la cabeza.

Por fin, se incorpora.

—Quiero ver dónde han matado a Bradley.

Vuelven a entrar y, después, salen de nuevo por la puerta principal. Fuera,

siguen el rastro de la sangre. El lugar donde han matado a Bradley está a

unos treinta metros del hotel. Hay una huella en la nieve congelada y una

mancha de sangre oscura donde Bradley cayó. Ve el raspador para botas en

medio del hielo, como a medio metro. Lo inspecciona con toda la atención de

la que es capaz a simple vista y, después, aparta los ojos, angustiada. Vuelve a

mirar hacia el hotel.

—¿Qué narices ha pasado aquí? —le dice a Lachlan.

Lachlan niega con la cabeza.

De vuelta en el vestíbulo, Sorensen lleva aparte a Perez y a Wilcox para

explicarles la situación.

—Tenéis que hacer los dos un registro minucioso del hotel, de arriba abajo.

Mirad todos los rincones y rendijas, los armarios, los sótanos, el desván, si lo

hay. Llevaos a James, si es que está dispuesto a acompañaros. Tratadle con

delicadeza; acaba de perder a su hijo. Mirad también fuera y todas las puertas

y ventanas, cada anexo. Tenemos que estar completamente seguros de que no

hay nadie más aquí. Y de que no ha habido nadie más.

—De acuerdo —contesta Perez.

—Mientras tanto, Lachlan y yo vamos a inspeccionar la zona delantera del

hotel para buscar a Riley. —Y añade con tono sombrío—: No puede haber ido

lejos.

Fuera, la sargento y Lachlan ocupan lados opuestos de la amplia extensión

donde comienzan los matorrales y emprenden su búsqueda, caminando el uno

hacia el otro y separándose después a la vez que van avanzando. Cuando

llegan al borde del bosque, deben moverse con más cuidado, buscando

cualquier muestra de que alguien haya pasado por allí. Sorensen se acuerda

de otras búsquedas como esa en el bosque, para localizar a cazadores y, a

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