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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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hay que esperar al forense?

—Es espantoso tenerla ahí en el suelo —dice Ian.

—¿Crees que la ha podido empujar alguien? —susurra Lauren.

—No, desde luego que no. Ha debido de ser un accidente. David es abogado.

Solo sigue el protocolo —añade a la vez que le aparta un mechón de pelo tras

la oreja—. Los abogados siempre creen saberlo todo. —Mira hacia atrás, hacia

el cadáver—. Pero si la policía no llega pronto, no vamos a poder dejarla ahí.

Es demasiado espeluznante.

Uno a uno, los huéspedes vuelven a aparecer en el vestíbulo, como si

hubiesen sido convocados por una campana invisible. Hambrientos, sin duda,

piensa David mientras se pregunta qué habrá para comer.

Tras hablar con Matthew, David ha pasado la mañana en su habitación.

Pensando en Dana tirada a los pies de las escaleras. En lo que ha podido

pasar. Pensando en el joven desolado que está encerrado en su habitación,

esperando la inevitable visita de la policía.

Pensando en Gwen. Pensando mucho en Gwen.

Ahora, en el vestíbulo, David la observa. Parece aún más consternada que por

la mañana, durante el desayuno. No le ha mirado ni una sola vez desde que ha

entrado en el vestíbulo. Está sentada junto a la chimenea, con las manos

extendidas para calentárselas, sin mirarle. Le gustaría acercarse a ella, pero

nota que ella no quiere que lo haga. Trata de entenderla. No puede ser de

esas mujeres que disfrutan de un polvo de una noche sin querer nada más. No

cree que sea de esas. Está seguro. Por supuesto, todos están consternados

por la muerte de Dana.

Y no sabe qué le habrá podido decir su amiga Riley cuando se hayan quedado

solas. Sin duda, ha debido de advertirle que se aleje de él.

Sabía que era mejor no implicarse con nadie. Ni con ella ni con Matthew. Ya

ha tenido suficientes problemas. Ahora lo que quiere es tranquilidad. Pero

teme que esa tranquilidad va a tener que esperar.

Gwen nota que David la está mirando y desvía la vista. Lo que Riley le ha

contado de David… no puede ser verdad. Quizá le haya dicho eso para

recuperar el equilibrio de poder entre ellas, para que vuelva a ser como antes.

Puede que Riley la esté saboteando aposta. Eso es lo que Gwen no sabe. Qué

fácil sería: advertirle que se mantenga alejada de David todo el fin de semana

y, luego, cuando vuelvan a la civilización, buscar a David Paley en Google y

constatar que no es quien ella cree. Lo único que tendrá en común con el

hombre al que arrestaron por asesinar a su esposa es que ambos son

abogados. Y Riley se reirá quitándole importancia. «Ay, pues yo estaba

segura. Lo siento». Pero ya será demasiado tarde. Su oportunidad con David

habrá desaparecido. Ya tiene treinta años y puede que nunca vuelva a

conocer a nadie. Mira a Riley con resentimiento y, después, aparta la mirada.

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