Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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—¿Sí? —dice, claramente sorprendido al verlos en su puerta. Después, mira
hacia atrás, a la cama de la que acaba de levantarse, como si echara algo en
falta. Vuelve a girarse, mira a David a los ojos y lo entiende todo de
inmediato. Agudiza la visión—. ¿Qué ocurre? —Pasa la mirada de David a
James, que está visiblemente afectado, y de nuevo al abogado—. ¿Qué ha
sucedido? ¿Dónde está Dana?
—Me temo que ha habido un accidente —responde David, con tono
profesional.
—¿Qué? —Matthew está ahora claramente alarmado.
—Lo siento mucho —dice David en voz baja.
—¿Le ha pasado algo a Dana? —La voz de Matthew es de pánico.
—Se ha caído por las escaleras —le informa David.
—¿Está bien? —Pero su rostro se ha puesto pálido.
David niega con la cabeza con expresión de tristeza y pronuncia las temidas
palabras:
—Lo siento mucho.
Matthew ahoga un grito.
—¡No me lo creo! —Su cara adquiere una palidez cadavérica—. ¡Quiero verla!
No hay nada que hacer. La quiere ver. David le lleva hasta el rellano donde se
detiene, con gesto de respeto. Dana está en el suelo, debajo de ellos, como
una muñeca rota que un niño caprichoso hubiese tirado desde el otro extremo
de una habitación. Matthew la ve, grita, y da un traspié al pasar por su lado
en su ansia por llegar hasta su amada.
—No la toques —le advierte David.
Matthew se deja caer al lado de ella y empieza a llorar mientras los demás se
apartan. No hace caso de la advertencia de David y le acaricia la cara
demacrada y le pasa el pulgar por sus labios exangües, incrédulo. Después,
entierra su rostro en el cuello de ella mientras los hombros se le mueven sin
cesar.
Los demás apartan la mirada. Resulta insoportable.
Por fin, Matthew levanta la cabeza.
—¿Cómo ha pasado? —grita, medio enloquecido, a David, que ha bajado las
escaleras y se ha detenido por encima de él, en el segundo escalón—. ¿Por
qué ha salido de nuestra habitación?