Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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Domingo, 06:30 horas
Fuera del hotel, hay cosas salvajes que corren y aúllan por el interior del
bosque. El viento se ha reducido a un gimoteo. El cielo empieza a iluminarse
por el este, pero, dentro, sigue habiendo oscuridad y silencio, como en una
tumba. De repente, la lámpara del techo parpadea y se enciende, inundando
el vestíbulo de luz. Los huéspedes se revuelven y miran hacia arriba
sorprendidos. Se oyen sonidos de zumbidos y chasquidos a medida que varias
partes del hotel recobran vida. La luz ha vuelto.
David no ha cerrado los ojos en toda la noche. Mira primero a Gwen, que
parece dormida, con sus oscuras pestañas como una mancha en su cara
pálida. Respira con calma, al menos por ahora. Lauren está acurrucada a su
lado. Dirige después la mirada a Beverly. Esta le mira a la vez que parpadea
bajo la repentina luminosidad.
—Ha vuelto la electricidad —dice ella con entusiasmo—. Gracias a Dios.
Con el sonido de su voz, Gwen se revuelve y abre los ojos.
Lauren se incorpora de repente en el sofá.
—Aleluya —exclama.
Ian y Matthew se remueven bajo sus mantas. David no sabe si de verdad han
llegado a dormirse, pero ahora están completamente despiertos. James está
hundido en su sillón, con los ojos abiertos, y David no sabe si habrá dormido
algo.
En ese momento, Beverly lanza un grito sobresaltada y todos la miran
rápidamente. Ella tiene los ojos fijos en Henry.
—¡Henry! —grita Beverly con expresión de espanto mientras le agita el brazo.
Pero no cabe duda de que Henry está muerto. Está absolutamente inmóvil en
su sillón, con la cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados y la boca abierta.
Bajo la luz de la lámpara su rostro tiene una horrible palidez.
—¡Henry! —vuelve a chillar Beverly sacudiéndole con más fuerza, presa del
pánico.
David se levanta rápidamente y se acerca a Henry, pero no se puede hacer
nada. Beverly empieza a llorar, histérica. David levanta la vista, cruza la
mirada con Gwen y ve en ella auténtico miedo.