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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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mismo lugar, no tiene ni idea de cómo mantenerlos con vida.

—Los teléfonos deben de tener poca batería. El mío ya se ha apagado —dice

David. Todos asienten.

—El mío sigue funcionando, por ahora —contesta Matthew—. Pero no durará

mucho.

David mira a Ian y a Bradley.

—¿Por qué no subimos ahora a por unas mantas?

Ian y Bradley asienten y los tres se dirigen hacia la escalera central,

adentrándose en la oscuridad mientras Bradley sostiene en alto la lámpara de

aceite para iluminar sus pasos dejando a los demás con la luz de la chimenea.

Gwen se queda mirando a la oscuridad después de que ellos se hayan

marchado. De algún modo, le ha recordado a la historia de Hansel y Gretel,

perdidos en el bosque oscuro, tratando de encontrar el camino a casa, donde

ni siquiera los quieren. Ese cuento de hadas la aterrorizaba de niña y ahora

siente como si estuviese dentro de la historia, en ese bosque oscuro,

abandonada por los que la quieren. Siente un escalofrío. Está dejando volar su

imaginación.

Riley se queda mirando y espera, con el corazón acelerado como un motor

revolucionado que pudiera echarse a arder. Escucha cada pequeño sonido: el

viento contra las ventanas, el crepitar del fuego, el sobrecogedor sonido de

los leños que, de repente, se mueven dentro de la chimenea. Pero intenta oír

otra cosa, algo inesperado. Está atenta a algo que no debería estar ahí.

Se aprieta más la manta contra el cuerpo. Se dice a sí misma que tienen que

conseguir llegar hasta la mañana y, después, intentarán salir de allí. Trata de

pensar. Puede que haya ahí una conexión que desconozcan, como ha sugerido

David. Si alguien de los presentes conocía a Dana o a Candice de antes, no lo

ha dicho. Es posible que Matthew tenga razón y que James y Bradley estén

ocultando algo. Ella los había visto también hablarse en susurros. O puede

que, sencillamente, Matthew esté tratando de desviar la atención de sí mismo.

Sabe que se ha obsesionado un poco con David Paley. Pero, por mucho que

crea que pudo haber asesinado a su mujer, ahora no le tiene especialmente

miedo.

Aunque desearía que Gwen se mantuviera alejada de él.

Sábado, 21:05 horas

Se acomodan en sus sofás y sillones alrededor de la chimenea. Han comido

una cena que James y Bradley han preparado apresuradamente, con David

haciéndoles compañía en la cocina. James ha preparado otra cafetera grande.

Esta noche, nadie quiere dormir. Nadie quiere siquiera cerrar los ojos. Se

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