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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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aprendido en su época de adolescente problemática—, se coló en silencio en

la habitación vacía que había en el otro extremo del pasillo, enfrente de la

habitación de Gwen y Riley. Tenía que ser muy silenciosa para que no la

oyeran. Revolvió un poco la cama, hizo que pareciera como si alguien hubiese

dormido en ella. Entró en el baño y, tras coger una toalla, abrió el grifo y

roció unas gotas por el lavabo. Después, salió a escondidas y con cuidado de

la habitación y volvió a la sala de estar con la sensación de haber actuado con

bastante ingenio. Estaba segura de que nadie la había visto esta vez.

Pensó que todo terminaría ahí.

Cuando encontraron el cadáver de Candice, no le costó disimular, fingir un

espanto y un miedo que no sentía. Se comportó como los demás, imitando sus

emociones como un camaleón. Llevaba toda la vida haciéndolo. Resultó fácil.

Se habían reunido todos junto a la habitación de Candice, contaminando el

escenario del crimen. Se inclinó deliberadamente sobre Candice y la tocó

delante de todos tratando de aflojarle el pañuelo, por si acaso. Así no tendría

que preocuparse de haber dejado algún rastro.

Pero para entonces ya se había dado cuenta de que había cometido un

terrible error.

Fue cuando volvió de la casa de hielo, antes incluso de que hubiesen

descubierto el cadáver de Candice. Bradley había ido a la biblioteca para

buscarla. Lauren se había parado frente al mostrador de la recepción y luego

se había inclinado por encima usando su iPhone para buscar un bolígrafo.

Quería hacer un crucigrama a la luz de la lámpara de aceite. Sus ojos se

posaron en un pequeño cuaderno blanco con papel del mismo tamaño que la

inquietante nota que había en su libro. Acercó más la luz. Pudo ver la leve

huella de unas letras en mayúscula. Incluso del revés, pudo distinguir las

palabras «visto» y «Dana» con suficiente claridad.

Era el mostrador de Bradley. Nunca había visto a su padre ni a ningún otro

tras él. Bradley podía haber escrito la nota y haberla metido en su libro.

Puede que Candice no hubiese tenido nada que ver. Podía haber sido Bradley

el que la había visto matar a Dana. Cogió un bolígrafo rápidamente y se alejó

de la mesa con el corazón golpeándole en el pecho.

Aun así, pensó tras sentarse y empezar a fingir que hacía un crucigrama,

Candice podía haber visto la nota —«He visto lo que le has hecho a Dana»—

dentro del libro, que tenía en las manos. Y Lauren le dijo que el libro era de

ella. Probablemente, le venía igual de bien que Candice estuviese muerta. Esa

zorra fisgona. Pero Bradley… Debía de ser él quien la había visto.

Más tarde, después de que encontraran a Candice, se dio cuenta de que

Bradley debía de temer que ella la hubiera matado también. Lauren pensó

que quizá el chico había perdido su sangre fría, y ahora estaba demasiado

asustado para acercarse a ella a pedirle dinero. Sabía lo que ella había hecho.

Y ella sabía que tenía que matarle.

Cuando Riley salió corriendo hacia la oscuridad y Bradley la siguió, vio la

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