Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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James se levanta despacio y va dando traspiés hacia el mostrador de
recepción. David ve cómo James marca el número con manos temblorosas y se
da cuenta de que está aguantando la respiración. Para su absoluto alivio,
parece que el teléfono funciona. Por fin.
James habla por teléfono y su voz se rompe:
—Necesitamos ayuda.
Domingo, 06:45 horas
La sargento Margaret Sorensen, de unos cuarenta y tantos años, robusta, de
cabello rubio canoso, siempre madrugadora, está disfrutando de su café
matutino del domingo en casa vestida con su favorito y nada favorecedor
pijama de franela cuando recibe la llamada de los agentes de su comisaría.
—Señora, hay una emergencia en el Mitchell’s Inn. —La voz del agente
Lachlan suena tensa, cosa inusual. Por lo general, es una persona relajada y
se le dan especialmente bien los acontecimientos de la comunidad.
—¿Qué tipo de emergencia? —pregunta ella dejando la taza de café en la
mesa.
—Acabamos de recibir una llamada del propietario. James Harwood. Dice que
han asesinado, al menos, a tres personas, puede que más.
—¿Es una broma? —pregunta, incrédula.
—No lo creo, señora.
Por la voz de él, está segura de que cree que la llamada era auténtica. «Dios
mío», piensa, consternada.
—Tenemos que ir allí, señora. —Nota por el auricular que tiene la respiración
acelerada y entrecortada.
—¿A quién tienes ahí?
—A Perez y a Wilcox. Vamos a preparar las motonieves. No hay otro modo de
llegar hasta allí.
—Será mejor que avise al jefe. Estaré ahí en diez minutos. —Por suerte, vive
muy cerca de la comisaría. Está a la vuelta de la esquina.
Domingo, 07:35 horas
La sargento Sorensen acelera con fuerza con la motonieve por el largo y
serpenteante camino cubierto de hielo y nieve que llega hasta el Mitchell’s
Inn. Ha ido lo más rápido que ha podido desde la ciudad.
Un triple homicidio. Cosas así no son habituales por aquí. Ni siquiera cuentan