Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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—Quieto —le dice David con severidad—. No puedes ir solo a ningún sitio, ni
siquiera con la pistola. Es demasiado peligroso.
—No me importa. —Matthew mira a los demás con desprecio—. ¿Me vais a
dar la linterna o no?
—Casi no le quedan pilas —le recuerda David cuando Matthew la coge—. No
lo hagas —le pide. Esto era lo que temía, que el grupo se dispersara. Cree que
deberían seguir juntos. No quiere que Matthew se vaya solo. Nadie quiere
que un tipo nervioso y alterado vaya corriendo por ahí con una pistola en la
mano. Su pequeño rebaño se va a dividir. Puede que haya alguien ahí fuera
esperando a que uno de ellos rompa filas y salga a la oscuridad para
convertirlo en su siguiente víctima. «O puede que el asesino esté aquí mismo,
entre nosotros».
¿Debería dejar que Matthew se marchara?
Quizá lo maten ahí fuera y, entonces, sabrían que no ha sido uno de ellos.
Tiene la tentación de usar a Matthew como anzuelo y, al pensarlo, David
siente asco.
—¿Quiere venir alguien conmigo? —pregunta Matthew.
David duda. ¿Debería ir también y dejar ahí al resto? Ve que los demás miran
a Matthew con nerviosismo. Nadie más responde.
—Vale, pues voy solo.
—Pero… —dice Gwen— ¿cómo crees que lo vas a encontrar? Hemos mirado
por todo el hotel. Quédate aquí, con nosotros. Por la mañana, saldremos todos
juntos a la carretera. —Hace una pausa y añade—: Por favor.
Él le lanza una última mirada de desprecio, se gira hacia la escalera y,
despacio, desaparece en la oscuridad.
Beverly observa ansiosa cómo el resto del grupo se queda en un silencio
tenso. Quedan nueve sentados alrededor de la chimenea: Gwen y David, uno
enfrente del otro; Ian y Lauren en uno de los sofás; ella y Henry, en dos
sillones enfrentados; Riley, que ha dejado el sofá donde estaba sentada con
Gwen y se ha acercado al fuego; y James y Bradley, sentados juntos muy
cerca.
Beverly se pregunta si Matthew se dirige hacia su muerte.
De repente, David se pone de pie, maldice entre murmullos y sigue a Matthew
hacia el interior de la oscuridad absoluta.
—Qué idiota —dice Riley.
Beverly desea con todas sus fuerzas que David regrese. Quiere salir viva de