Un invitado inesperado Shari Lapena
Libro de suspenso completo
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A Ian no le gusta la forma en la que Beverly le mira. Se ha acercado a su
marido y se ha inclinado hacia él para susurrarle algo al oído. Resulta
interesante, teniendo en cuenta que últimamente ella se ha mantenido a
cierta distancia de su esposo. Se pregunta qué le estará diciendo. Puede que
algo sobre él.
Ian se sienta en la oscuridad, pensando entre las sombras.
A Henry le gustaría saber quién es el responsable de estos asesinatos. Había
creído de verdad que habían sido Matthew y David. Dos asesinatos sin
relación. Pero la muerte de Bradley lo cambia todo.
Su mujer le ha susurrado unas cosas al oído y casi le ha convencido de que el
que está cometiendo los asesinatos es un loco. Ella piensa que Ian es el
asesino. Cree que hay algo raro en él. Y si él ha cometido los asesinatos,
Beverly cree que Lauren tiene que saberlo. Siempre están juntos. Ella tiene
que saberlo.
Henry le está dando vueltas. Su mujer tiene muchos defectos irritantes, pero
la estupidez no es ninguno de ellos. Ahora mira a Ian con los ojos
entrecerrados, tratando de ver lo que su mujer ha visto. Trata de imaginárselo
matando a alguien.
Descubre que no le cuesta pensar que Ian es un asesino, porque hay un par
de cosas que Henry ha aprendido este fin de semana. Ha aprendido que
dentro de él mismo habita un asesino. Ha descubierto también que, al final,
no es un salto tan grande pensar en alguien como un asesino.
Se pregunta si Lauren estará cubriendo a Ian. La observa desde el otro lado
de la habitación con renovado interés. No sabe hasta dónde estaría dispuesta
a llegar por amor. El amor es mucho más difícil de entender —y predecir—
que el odio.
Lauren se remueve inquieta en su asiento en el sofá. El viento sigue aullando
y golpeando contra las ventanas. El vestíbulo está en penumbra, la lámpara
de aceite parpadea suavemente en la mesita y la chimenea vuelve a necesitar
atención.
«¿Cuánto tiempo va a tardar en venir la policía?».
Los observa a todos sentados alrededor del fuego. Qué distinto resulta desde
que llegaron, piensa Lauren, al recordar la hora del cóctel del viernes por la
noche. Qué animados habían estado todos, qué relajados. Piensa en la alegría
con la que preparaba Bradley las copas. Piensa en el atractivo Matthew —no
ha cambiado tanto— y en su resplandeciente y radiante novia, que está en el