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Un invitado inesperado Shari Lapena

Libro de suspenso completo

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impredecible. Cuando David salió del comedor, Gwen decidió que iría después

a buscarle, cuando tuviese posibilidad de disfrutar de un poco de privacidad.

No podía evitar pensar en él. Apenas unas horas antes había estado

acariciándola, amándola.

Habían salido al vestíbulo y habían visto a Henry hacer el ridículo en el

césped helado. Después, Riley había propuesto que las dos fuesen juntas a

explorar el hotel. Gwen le enseñó la biblioteca y, a continuación, entraron en

la sala de estar que había al lado. Era bastante bonita, con varios sofás y

sillones mullidos de chintz, mesitas y un retrato al óleo de una mujer sobre la

chimenea.

—¿Nos quedamos aquí? —propuso Gwen a la vez que se frotaba los brazos

con las manos para entrar en calor. Pero Riley estaba inquieta y quería seguir

viendo cosas. Exploraron el pequeño pasillo que salía del vestíbulo y llegaron

al bar.

—Qué bonito —dice ahora Riley mirando el bar con aprobación—. Voy a

encender la chimenea para quedarnos.

Por supuesto que sabe encender un fuego por sí sola, piensa Gwen mientras

la mira. Ha vivido en Irak y Afganistán en condiciones muy duras. Se

pregunta qué más cosas sabrá hacer Riley que Gwen desconoce. Conducir un

coche de marchas. Curar una herida. Proteger una fuente de información.

Negociar con terroristas. Se da cuenta de que en realidad Riley nunca ha

compartido este tipo de detalles con ella. Probablemente crea que Gwen no

sería capaz de entenderla. Riley alberga en su ser la más extraña mezcla de

destrezas, valentía y, ahora, una impredecible y terrible fragilidad.

Gwen observa con atención las botellas que hay tras la barra y le preocupa

que Riley quiera atacarlas, aunque acaban de desayunar. Le da la espalda a la

barra y se pasea por la habitación leyendo detenidamente los títulos de los

libros de las estanterías que hay a lo largo de las paredes y observando los

cuadros.

De repente, Gwen se descubre pensando en el último año en la facultad de

periodismo, cuando todo cambió para ella. Riley sabe lo que ocurrió. Estaba

allí. Sabe por qué Gwen piensa que no merece ser feliz. Pero Gwen sabe que,

si quiere tener una oportunidad con David, debe enfrentarse al pasado. Debe

afrontarlo y, como sea, aceptarlo.

Habían salido una noche de fiesta. Hubo mucho alcohol, era fin de año y todo

el mundo se estaba pillando una buena curda porque pronto se iban a

graduar. Gwen presenció un espantoso delito. Vio cómo tres hombres

violaban a una joven. Y no hizo nada. Nada en absoluto.

Recuerda que había estado despierta toda la noche anterior terminando algún

trabajo. Había bebido mucho y necesitaba acostarse. Encontró un dormitorio

—se trataba de una fiesta en una casa— con una cama y otro colchón en el

suelo. Se deslizó bajo unas mantas sobre el colchón. Después, entró una chica

en el dormitorio haciendo ruido y la despertó. Estaba oscuro y la única luz

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