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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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sol. También se dice que al hombre le gustan maduritas

y que estaba coqueteándole a la convaleciente.

Basura a la que no puede sustraerse el tipo que escribe

esta historia, en aras de la objetividad. Además, se sabe

que una enemiga de la señora Serra habría pagado unos

cuatrocientos mil colones a un narrador de cuarta para

que dejara mal parado el prestigio incólume de la buena

Cloti.

Ni tan buena, pues los vecinos del condominio afirman

que ella se roba las plantas de las zonas comunes, pero no

aportan prueba. Y que se sepa, no hay expediente judicial

abierto.

Sin embargo, lo cierto es que la tarde de la molestia en

el banco, una de las llamadas que atiende en su oficina no

la está esperando. Al ser casi las cuatro —la oficina se

detiene a las cinco— un sujeto que se identifica de forma

inútil, —pues su nombre tampoco aporta certezas— le

manifiesta interés en el inmueble. Le ofrece pagar en

efectivo el 20 % de contado y asumir la hipoteca. Así ella

se llevaría unos pesos y el embargo no la dejaría tan en la

calle.

No puede más que decirle al hombre que lo va a

meditar, aunque el sujeto presiona y, de hecho, le llamará

dos veces más antes de terminar la semana. La

incomodidad que le queda del incidente es pensar cómo

se riega la bola de que su hipoteca está en mora.

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