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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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familiar, pues aún no denota los deterioros de la droga y

de la intemperie.

Han pasado diez minutos desde que aparcó. Aún no

llega Guevara, ni sus dependientes. Viene a cobrar una

factura de suministros, bastante chica. Es decir, marginal.

Esta tiendita le hace compras mensuales de cien mil

colones entre resmas de bond 80 y otras cartulinas. Así le

toca, ya sea en ciudad o en giras. Su comisión es chica —

un tres por ciento— y lo que esto suma por cada tienda,

no le paga ni un casado en una de las barras del mercado.

Los grandes clientes, las cadenas, las grandes

superficies, son para los agentes viejos. Ellos entregan en

consignación, por toneladas, en las tiendas importantes.

Todas las facilidades al cliente, lo consienten y éste les

abre distintos espacios según la temporada. Basta con

conseguir la orden de compra y lo demás lo hace el

reparto. A fin de mes, dar un corte a la circulación de

mercancía.

En la esquina adelante, una moto ha ignorado la señal

de alto y un sedán azul la golpea. Es un repartidor, un

“emprendedor”. Tala asume que no tiene seguro y que,

de fijo, se ha fracturado una pierna pues no se levanta: se

mueve escasamente. El tipo del sedán está molesto y, a

pesar de salir del coche, no se acerca a mirar el estado de

salud del herido.

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