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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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para que el techo fuese una percusión de tambores

africanos y la humedad extrema se reflejase en el frío.

No obstante, escuché crujir las paredes del cuarto y me

puse en pie.

La puerta que abre hacia afuera estaba atorada.

Demasiado. No logré salir ni apalancando el llavín con

herramientas que tengo en los cajones. Eran las once:

había cierta penumbra y casi caigo en la tentación de

reintegrarme al reposo.

No tengo gato, ni perro, ni familia. Trabajo en una

oficina, servicio al cliente. Es una compañía que instala

vidrios y fachadas de aluminio pero tengo la

antigüedad suficiente para gozar de sábados libres. No

traigo trabajo a casa y veo tele para gastar el tiempo.

No me interesa la gente, ni tener pareja. No quiero

conflictos y la gente es sinónimo de eso. Me tomo seis

cervezas los fines de semana en casa que compro

mensualmente.

Soy metódico a escala. Tengo los enseres necesarios

y no salgo a pasear casi nunca. Tengo ahorros en el

banco, en certificados que pagan mal. Muy mal.

Mi nombre es Diógenes Castillo. Mis padres me

dieron un apelativo de filósofo y algunos maestros

creían en el colegio que fue a propósito. Yo nunca lo

negué pero, en realidad, tomaron el nombre de un perro

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