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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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Un amigo, que trabaja para un político, me dijo que el

fulano estaba furioso porque dos contenedores, de coca,

nunca aparecieron. Tenía miedo porque le cobrarían, sin

duda. En enero, lo hallaron con diez tiros y el coche, un

Ford, en una zanja, quemado.

Me entero por este trabajo y, lógico, eso se conversa a

lo interno. A la prensa, no llega el dato y, al señor, antes

candidato perdedor un par de veces, lo reportaron como

desaparecido.

Su familia no hizo oficios, nada. Tampoco se reportó la

quema del vehículo y, durante un par de semanas, el

reporte de desaparecidos lo visibilizaba con frecuencia.

Luego, vino el ingreso a clases de los chicos, el alza de

combustibles y otros desórdenes que enterraron el tema.

Sin embargo, los sujetos y los carros continúan

borrándose.

Para el día de las presidenciales a fines de enero,

desaparecieron cien coches y ciento treinta y nueve

sujetos. Diecisiete eran femeninas, catorce menores y el

resto, hombres. Creo que cinco de ellos, muy ancianos.

Leí la información en una nota digital. Yo había

regresado al trabajo, pero con el codo derecho paralizado

por una lesión en el tendón: me correspondía escritorio y

archivo. La gente de la oficina me jodía, y terminaron por

apodarme el Tortugote Brazo Largo.

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