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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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El vendedor de jocotes tiene un pick up estacionado en

la esquina de la plaza. En ocasiones, diversifica la oferta.

Hoy hay aguacates, papas, sandía, guanábana y mango

verde. Aníbal encuentra otro pretexto para pausar, ser

cortés y extendido en los comentarios y así se da chance

de aliviar el dolor renal. Que no está tan claro que sea

renal, pero es en la espalda; es torturante.

Va con bolsas. De esta forma, correr es

contraproducente. Sobre todo, para un tipo que es una

calamidad, un saco de síntomas que merece ser

estudiado. Las bolsas plásticas, cargadas y firmes, le

permiten sentir orgullo de su fuerza.

Como si fuese Charles Atlas, con los bracillos tensos.

Porque es panzón, pero alfeñique. Estaría bien para

fotos de “antes y después” de una publicidad de gym y,

sí, es el antes. El cadavérico, el juemialma que se lo lleva

el viento. El que camina con piedras en las bolsas.

Mejor se desvía un par de cuadras y pasa a la librería.

Allí siempre hay conversa un ratito y una silla. Y se

entera de lo que pasa con la pequeñita izquierda del

cantón. Inofensiva, pero joven. Tal vez, a largo plazo,

recuperen al menos un sueño.

Larga conversa, no. También llega más gente a charlar

y el lugar es chiquito. Hay que saber estar y dar relevo,

después de unos veinte minutos. Se va con un par de

revistas y con la meta final, volver a casa.

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