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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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De Margarita, casi no supimos desde el inicio.

Durante años, cuando le preguntamos, nos responde

“está bien, estudia de noche”. Cuando él llega, sale ella

porque es esforzada y quiere mejorar. Una que otra vez,

cuenta que le va a llevar algo a la mujer y, al día siguiente,

yacen los vestigios de un pastel en el escritorio de Ana.

—Será que ella le empaca las cosas, como amiga—.

Eso decimos siempre, la misma frase en todas las bocas,

con malicia.

Es notorio que ambos han cambiado. Ana ha adquirido

el hábito de la impuntualidad y juraría que, algunos días,

repite la ropa de la víspera. No sé si es Caballero o ella,

pero el refrigerador de la oficina no rinde. Dos kilos de

queso duran dos días. No más.

Ni se diga que no lavan las jarras y no preparan el café.

Jamás. El azúcar que compramos es, por suerte,

granulada pues dicen que Jason sigue vendiendo falsa

droga los fines de semana.

De milagro nunca lo han agarrado in fraganti, porque

el jefe lo sacaría por la ventana.

Mientras cambia el semáforo, las escobillas funcionan

rítmicamente pero muy lento. El aire acondicionado está

bajo de carga y el parabrisas se enturbia. Llevo trabada la

ventana derecha porque se le ha quemado el motorcillo

correspondiente. Sigo, con curiosidad, atando los escasos

cabos disponibles.

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