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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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guiños a la Compañía Maderera de Bosques Tropicales,

como si nada le hubiese ocurrido. Y le dan chequecitos,

aunque por ahora no aspire a la vida política. Los

tribunales anularon el decreto presidencial ominoso, pero

en las sombras, se siguen cocinando porquerías.

Otro de los escándalos que movilizan las calles es el

haber nombrado, en la silla presidencial, a una vaca. Tal

parece que la presentaban durante la campaña con

máscaras de látex antropomórficas y así han logrado

ganar el voto popular. Lo mismo hicieron con ciertos

gorilas del partido, que complementaban el equipo más

preparado.

La constitución no le prohíbe ni a rumiantes, ni a

primates la procura de la silla presidencial.

Como la huelga ya ha sido prohibida en todo el

territorio nacional, donde solamente una vez el paro fue

declarado legal, merced a un dedazo del juez a cargo, los

manifestantes, unos dos mil, disfrazan a sus líderes de

milenaristas predicadores y a uno de ellos, lo visten de

Anticristo. Así, mientras unos pasan recolectando

ofrendas y mensajes de salvación, otros volantean contra

la represión estatal. Lástima porque, entre estos

supuestos valientes, también hay máscaras que cuando

llegue el chance se van a incorporar, sin dudarlo, a las

filas autoritarias. Claro, entre la gente del parque,

también hay gente integrista y neopentecostal, pero ésa

lo que hace es sacar selfis con la intención de delatar a

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