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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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versos patrones y con

variados pelajes, mucho

mayores que los de la

hormiga bala.

En los suburbios, se volvió

habitual reunirse los

domingos para ver filmes

de guerras entre

hormigas de colores. El

espectáculo permitía

evocar la infancia y los

escuadrones de los vídeojuegos,

mientras se

enfrentaban a muerte. La

entrada costaba 3 dólares

y una gaseosa venía

gratis. Tan simples eran

tales espectáculos de

crueldad, que cualquiera

podía arriesgarse a hacer

road movies de esto:

vulgares documentales

de guerra.

Los Estados más informados

dedicaron presupuestos

bárbaros a la investigación

de las hormigas,

y los hípsters dedicaron

miles de horas a

desarrollar recetas cuyo

principal insumo era

gratuito. A la plancha,

hervidas con orégano,

rellenando un pollo, molidas

en té, las hormigas

eran la gran atracción de

las cafeterías en el este

de la ciudad. Como snacks,

resultaban crujientes

e ideales, para remojar

en la salsa.

De esta última idea, no

diremos nada: nos

parece ingrato que la

salsa nacional, o algo

parecido, haya sido desplazada

por una pasta

de hormigas. Mientras

los empresarios gastaron

millones, que no recuperaron,

en inventar un

mito, la crisis mundial

de las hormiguitas permitió

que los consumi-

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