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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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indisposición; busca planos en los municipios, también

contra la mala cara de todos los burócratas; hace giras a

la zona en disputa, planifica las tareas de divulgación, por

medio de estudiantes y voluntarios, que asumen la causa.

El pulpero le cuenta, un par de veces, que sujetos sin

pinta de nada, vestidos de civil, informales, vestidos con

camisa blanca y corbata, han preguntado por él y que le

han ofrecido pagar por los datos. Para no quedar como

sospechoso ante los tipos, el tendero acepta cincuenta mil

pesos efectivos y les cuenta lo sabido por todo el mundo.

Al activista Acuña, lo cuelgan de un árbol, entre seis

hombres de corbata y chaleco, la mañana del lunes

veinticuatro de julio. Lo sacan de su casa a empellones y

lo echan en una camioneta negra de siete pasajeros.

Previamente, lo han atado de pies y manos y, a las once

con cuarenta, dos madres, con sus hijos escolares de la

mano, lo descubren meciéndose bajo una rama del

higuerón, en una esquina del parque barrial. Cuando lo

bajan, ya está violáceo y meado, aunque el sol le alumbra

de pleno la faz abotagada.

La policía archiva el caso como suicidio ya que, en el

bolsillo izquierdo del pantalón del sujeto, hallan la

respectiva nota y no se les ocurre siquiera proceder con

un estudio grafológico. Por lo demás, el jefe de policía

esa tarde ofrece a sus subordinados —fuera de servicio,

claro— una cena con brindis. Se siente propenso a darles

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