18.07.2023 Views

Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

viejos, que tragan trabajo a lo buey. Por algo ha sido que

se infartó el viejo Quesada, y tiene ojeras de mapache la

jefa de ventas, desde semanas ya.

Hay presa en la rotonda. Cierro los vidrios porque acá

asaltan. Si es a mujeres, peor les va: les rompen con un

garrote la ventana del pasajero y se llevan el bolso, la

computadora, lo que sea. Yo porto una escuadra 22, pero

disparar no es lo mío y nunca la he detonado.

Conocí a Jason desde niño y siempre sacaba ventaja de

los otros. Robaba la merienda de los de su clase, pues era

dos años mayor y más grande.

Yo me salvaba, porque me sentaba en el punto más

lejano a su zona de acción. Con los maestros, era un

desastre, pero siempre salió impune con su impostura de

buena gente y dizque religiosidad.

No obstante, cuando el profesor de ciencias —por

ejemplo— salía del aula a buscar fotocopias y demoraba,

lo vi tres o más veces escupirle los bolsillos del saco.

Nadie lo delataba por miedo y el viejo, quizá por pudor,

nunca nos dio queja de la repetida afrenta.

En cambio, con la muerte de mis tíos, yo debí dejar los

estudios a fines de ese año. Trabajé casi cuatro años en

una imprenta donde tampoco era muy diestro, pero

trabajaba más allá de la paga y sin horas extra.

49

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!