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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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el costado, que no piensa revisarse por cosas de tiempo.

Y porque todos los temas se le agigantan.

Si le diagnostican cualquier vaina, cae muerto. O en

coma. O en peda.

Dos y treinta, llega la ambulancia. Policías de a pie, que

andan por allí, ayudan a establecer un perímetro. El

indigente de las paletas, parece que la está logrando. Ya

lo ha visto vender cuatro.

Llamar a alguno de los dependientes no le va a servir

de nada. Guevara no autoriza a los suyos mayor manejo

del dinero que para cobrar. No permite que le llamen a

casa, para así demorar los pagos. Eso ya lo tiene

establecido y las reglas del juego no se cambian fácil.

Tala soporta eso y más: si se pone a perder clientes y lo

notan, va jalado.

También han llegado inspectores de tránsito. Dos, por

si hace falta. Cada uno con su moto y sirena al tope. Al

cinto, una pistola de reglamento. El muchacho de los

dulces se habrá sentido incómodo porque, de inmediato,

desaparece con paso acelerado hacia la calle trasera.

El conductor del sedán, que andaba mirando el ventanal

de una ferretería, se devuelve. A la distancia, se nota su

vehemencia. Eso, al inicio. Luego, baja las velocidades,

pues parece que el oficial lo increpa.

Acaba de caer llovizna en el parabrisas. No mucha.

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