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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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que encuentra. (Como tiene a la par la copia del parte, se

ríe ligeramente). “Caucásico, mis bolas. Este tipo es tan

cholo como todo este país. Este reporte es típico del

oficial Blanco, que es también de mi pueblo”. Entretanto,

blande el escalpelo y empieza a revisar bajo la piel.

Ha encontrado costillas rotas, pulmón perforado y,

necesariamente, el cráneo roto. También, el cuello. La

apariencia está muy lastimada, por lo cual, anota en sus

recomendaciones que se entierre sin abrir la caja. A los

veinte minutos, el técnico Aníbal Peroné se lleva el

cadáver, ya enjuagado y cosido.

La rutina lleva a Dodero a ir con paciencia. Si acelerase

el paso, le aumenta la llegada de difuntos. Está

convencido de ello y, además, correr ¿contra qué? El

destino ya hizo lo suyo y no hay más.

El médico Dodero anota que el paciente tiene un

pequeño quiste cerca del corazón, mientras se deja

divagar sobre la estupidez de las series de hospital que

pasan en la tele. La semana pasada vio un forense que le

contaba chistes a los muertos y, de inmediato, les

cosquillaba en las axilas. Bípedos imbéciles: si, con los

muertos, se habla por telepatía.

Pasemos afuera. En la sala de espera hay señoras y

niños cabizbajos. Algunos llorosos y casi todos con

alguna prenda de negro, el color que la convención

indica.

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