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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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le dieron diploma de contador privado. Le alcanzó para

conseguir empleo en una entidad pública, merced a dos

cartas de diputados, que nunca ha visto. Política de barrio

es eso.

Tiene dos botellas de agua en la mesita, donde se apoya

para dormitar. En la pared rebota el eco de una gota de

agua, que cae intermitente en la planta superior. El

interrogador ha dejado, a su lado, la libreta y un par de

lapiceros, a ver si la tentación de confesar le llega.

Aunque sea por hastío o por ocio: haga dibujos, escriba.

No importa, hasta en los papeles del basurero, puede

haber algo que funcione para ligar posibles pistas.

El detenido lleva cuatro días sin bañar, pero hemos

dicho ya que no la está pasando bien. Él trata de

mantenerse sobrio y limpio, no por santurrón, sino por

seguridad. Eso implica que no pisa territorios dominados

por expresidiarios, que le cobran peaje. Trata de no caer

todavía en los barrios más precarios, porque sabe que allí

lo pueden demoler a palos en colectivo, nada más por

usurpar un espacio de la acera.

Seis años trabajó como oficinista uno, luego lo

ascendieron a dos. Una década después llegaba a tres,

pero no a cambio de nada. El ascender en el poder exige

silencio y complicidad, y vocación de delación.

Ascienden los lambiscones y los soplones. Mora era

bueno para alfombra. Sus jefes lo querían porque lo

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