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Malanga la novela

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

Novela costarricense posmoderna, fragmentaria sobre una república imaginaria que dice ser un paraíso, pero tiene los conflictos ordinarios de toda sociedad del siglo XXI: doble moral, facilismo, droga, violencia, autoestima y, acaso, el narcoestado. Es una novela pastiche que procura hablar sobre el ser contemporáneo. Su correlato habla de un mundillo literario plagado de oportunistas y tramposos y reflexiona sobre la escritura. La novela está escrita en clave de humor negro.

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vigilantes armados y se forma fila en su puerta de gente

bien rara. Evolucionó; de negociar con carteristas y con

pobres diablos pasó a hacer migas con otros sujetos

propensos al lujo, las drogas, las joyas. Éstos tenían para

vender hasta armas y Pablo se ha dejado llevar por los

aires modernos y se les unió al negocio.

Mal paso para un abogado, pero nunca, nunca alguien

habla del tema. Su nexo con las drogas le trae clientes de

todo tipo: enrejados y consumidores, y le ha abierto las

puertas del lavado de dinero.

Conozco varios abogados que tienen clientes así.

Y los consideran amigos.

En el caso de Venegas, creo que ha metido la pata en la

fosa de los cocodrilos.

La cosa es que, a Pablo le he comprado durante mucho

tiempo. Casi siempre, cosas nuevas: equipo de gimnasio,

grandes televisores, muebles de colección, cristalería,

armas con historia, aparatos domésticos que habrían

pertenecido a rancias familias. No me cobraba caro y me

ajustaba los pagos, pues acordamos que nada de facturas,

nada de impuestos.

La virtud de ser cliente frecuente, eso vale.

Hasta las puertas de la casa, que hicimos hace cinco

años, las encontré allí. Hay que ver ¡qué majestuosas! Fui

con Lidia a verlas y fue clic inmediato. Eran doce:

196

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