Informe ESI Faur
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“adecuado” se encadenan, suponiendo no sólo nitidez en cada uno de ellos sino también<br />
una relación unívoca entre los tres. Desde esta perspectiva, lo “normal” y, por lo tanto, lo<br />
“adecuado” sería la heterosexualidad. Mientras que la homosexualidad se percibe como<br />
una manifestación “antinatural”.<br />
En estos casos suele imponerse una determinada moralidad religiosa. Lo confirman<br />
muchas de las expresiones que, con mínimas variaciones, se reiteran en buena<br />
parte de las jornadas: “no es normal, lo define la Biblia”; “yo creo en Dios, que creó dos<br />
sexos: hombre y mujer. Si hay desviación, o como quieran llamarle, no podemos presentarlo<br />
como algo natural”, “yo los acepto pero no es normal”. Esta moralidad se comprende<br />
como un mandato universal e inmutable, a pesar de que la antropología, la historia y la<br />
sociología han mostrado que las regulaciones morales varían de una cultura a otra, y<br />
también que se transforman a lo largo del tiempo y de la mano de las reivindicaciones<br />
sociales. Aun cuando es evidente que cualquiera tiene el derecho de pensar que su propio<br />
comportamiento está regulado por una ley natural, universal, eso es sólo una creencia,<br />
no una ley (Figari, 2010).<br />
Si el tema de género desafiaba los principios que inspiraron la propia construcción<br />
identitaria de docentes y directivos, el eje de la diversidad muestra otro tipo de resistencias.<br />
Más que en cualquiera de los otros temas transversales, lo que pone en discusión<br />
es, en este caso, su incorporación como un contenido pedagógico. “¿Y si no estuviera ese<br />
eje? Yo no quiero que le hablen estos temas en este sentido”. Lo que en un principio se<br />
observa como un rechazo a abordar el contenido, en el transcurso del debate lo que se<br />
discute es quién debe establecer los contenidos o de qué forma deben abordarse. Hay<br />
docentes que señalan que su forma de trabajar el tema es intentar evitar la homosexualidad,<br />
en sintonía con la noción de que eso sería lo adecuado y, por ende, lo propio de la<br />
función docente: “Ayudo al chico confundido tirando para el lado de la heterosexualidad”.<br />
Con frecuencia, las resistencias relativas al abordaje de la diversidad sexual como parte<br />
de la <strong>ESI</strong> se expresan como temor a la reacción de “las familias”. Este tipo de resistencia,<br />
desarrollada en páginas anteriores, parece justificar la posibilidad de que sean los padres y<br />
las madres quienes diseñen los contenidos a ser trabajados. El director de una escuela de la<br />
localidad de Merlo (provincia de Buenos Aires) señaló: “¿preguntamos a los padres qué contenidos<br />
dar? Para así tener un diagnóstico de los que piensan las familias sobre esto.”<br />
Es importante tener en cuenta que en la mayoría de los casos las resistencias se<br />
van diluyendo con el correr del taller, a partir de la circulación abierta de ideas que los<br />
y las talleristas promueven, y de las precisiones que realizan. El hecho de habilitar la reflexión<br />
colectiva pero también de indicar una línea coherente con el enfoque de la <strong>ESI</strong> y<br />
con el marco normativo vigente en el país por parte de quienes conducen los espacios de<br />
formación docente permite que otras voces, en las cuales las resistencias y los prejuicios<br />
no representan el factor gravitante, adquieran presencia. En algunos casos esa reflexividad<br />
permite poner distancia entre la experiencia personal, las creencias colectivas (como<br />
construcciones históricas) y el marco legal, al cual se reconoce como organizador de la<br />
vida social.<br />
Balances y desafíos de la implementación de la ley (2008-2015)<br />
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