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Informe ESI Faur

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En ese aspecto se promueve la revisión de prácticas y discursos escolares que tienden<br />

a (re)producir la heterosexualidad como “norma” y se debate sobre un posicionamiento<br />

subjetivo y pedagógico de los y las docentes, que muchas veces da por presupuesto que<br />

sus alumnos y alumnas son sujetos heterosexuales, invisibilizando la diversidad sexual<br />

que habita las aulas. La Educación Sexual Integral se señala, así como uno de los dispositivos<br />

necesarios para la garantía de los derechos, el reconocimiento de diferentes formas<br />

de vivir la sexualidad, y la posibilidad de evitar el sufrimiento que, para la población LGTB,<br />

sobreviene en situaciones de discriminación.<br />

Valorar la afectividad<br />

El eje de afectividad es el que menos debate suscita en los talleres. Las escasas<br />

referencias permiten apreciar la asociación casi directa entre este eje y los sentimientos<br />

y emociones agradables (“el amor”, “el cariño”), aun cuando la afectividad también<br />

remite a otro abanico de emociones importantes para ser tenidas en cuenta (el dolor, la<br />

vergüenza, etc.).<br />

En otro orden, en algunos talleres se vincula la reflexión acerca de la afectividad<br />

con el tipo de relación que se establece entre el alumnado y el personal docente. Esta<br />

perspectiva parte de reconocer que la pedagogía se encuentra atravesada por la afectividad,<br />

que los chicos y chicas no son sólo seres racionales, sino que se vinculan de<br />

manera emocional, también con sus docentes: “Para educar tenés que poder llegar<br />

a los pibes. Ya desde el vínculo que establecemos al saludar” indica un docente de<br />

Secundario de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Esta noción, al mismo tiempo,<br />

interpela la referencia a cuál es la medida adecuada y el límite de este tipo de expresión.<br />

El temor al abuso infantil surge entonces como una referencia real, de la cual lentamente<br />

se ha tomado conciencia. Vemos que una docente en el mismo taller distingue<br />

la situación según las edades de los chicos y chicas y replica: “Sí, yo entiendo lo de la<br />

afectividad, pero después siempre aparecen casos de abuso sobre todo con los profes<br />

de Música y de Educación Física, entonces pienso ¿hasta dónde esto de la afectividad?<br />

Con los más chiquitos ni hablemos, son muchos más expresivos y cariñosos que los<br />

grandes. En secundario es un poco distinto”. Esta referencia indica, por un lado, un mayor<br />

registro de la existencia de abusos en los ámbitos escolares. También expresa los<br />

estereotipos alrededor de estos actos abusivos, que suelen referirse como un riesgo entre<br />

los docentes varones de determinadas disciplinas, aun cuando no haya evidencias<br />

que muestren un mayor riesgo entre estos. Y, finalmente, la forma en la cual, a pesar de<br />

todo lo anterior, la afectividad se reconoce mucho más como un patrón de relación con<br />

los alumnos y alumnas más chiquitos/as. El tema del abuso suele producir inquietud a<br />

los y las docentes, pero también una preocupación por percibir que no siempre cuentan<br />

con dispositivos claros y con evidencias que les permitan una reflexión pedagógica sobre<br />

cómo abordar este problema.<br />

Balances y desafíos de la implementación de la ley (2008-2015)<br />

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