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universal kantiana, de no hacer a los demás, lo que no nos gustaría que nos hiciesen a cada uno de
nosotros, nunca se cumple en su totalidad, por causa del Ego del trasfondo oscuro de cada individuo
humano, viéndose superada por la realidad de la razón previsora, a diferencia de la ley moral universal
kantiana, que es una ética de la obligación, ya que por ejemplo en la actuación en la vida de la sociedad,
bastantes individuos humanos, parece que han decidido que decir que no, no se puede decir, ya que hay
que cumplir con la ley moral kantiana, es decir, hay que respetarla, dado que sólo cuando actuamos
respetando esta ley moral, parece que somos completamente libres,
No obstante, esta clase de libertad, para la razón previsora, como ética de la obligación no existe,
dado que la razón previsora es y será siempre una ética de la opción, una ética de la conciencia de cada
individuo humano, quien marca o no, la necesidad de su implantación.
De todas maneras, la búsqueda concreta y material de la conciencia, dentro del interior de cada
individuo humano, como sustituto de la idea de Dios, como ente jerárquico superior que domina y
controla la conciencia, no es más que una aventura del positivismo científico oficial, sobre todo, una vez
que se sabe que la ley moral universal kantiana, como ética de la obligación, que se encuentra manejada
por el Ego del trasfondo oscuro de la mente interior, es superada por la ética de la opción de la razón
previsora.
Por otra parte, dado que si desde San Agustín, la idea del mal, estaba unida a la desobediencia de
lo que Dios quería que hiciésemos, pasando por la obligación de la moral kantiana de no comportarse
mal, lo cierto, es que la evolución de la creencia en Dios, como una de las muchas creencias que
sostienen el mundo, se acaba para los no creyentes en Dios, con la búsqueda concreta y material de la
conciencia, dentro del interior de cada individuo humano, cuestión que no es apoyada por la ética de la
opción de la razón previsora, aunque lo parezca.
Esto sucede así, porque cada individuo humano interpreta esta búsqueda concreta y material de la
conciencia, como algo necesario o no, y de ahí que la idea de Dios, como fórmula cognitiva superior
acabe siendo a inicios del tercer milenio, no sólo un simple agente que participa en la historia, aunque lo
parezca, porque ha estado unida a la búsqueda de la verdad de la comprensión del todo, es decir, de un
conocimiento seguro sobre lo real, y por tanto unido a la ética de la opción de la razón previsora, para
quien la idea de Dios, es independiente de la conciencia, que es nuestro todo.
Todo esto determina el sentido de la realidad, y por tanto, todo lo que es conocimiento sobre Dios,
nunca puede estar relacionado con el contexto histórico, aunque sin embargo tampoco lo son, las
condiciones eternas de la conciencia, y consecuencia de ello, la idea de Dios, no es una cualidad del
mundo y por tanto jamás puede actuar como una agente más.
De aquí surge el engaño de pensar, que Dios no es el último conocimiento al que se puede llegar,
sin darse cuenta, que el último conocimiento, no son las condiciones eternas de la conciencia, quedando
la idea de Dios, no como una cualidad del mundo, que participa en la historia, es decir, como algo que
sirve para no tener que reflexionar, y por tanto pasar por alto, el dolor de la soledad de la conciencia, que
no tiene cura, porque es una eterna condición de la conciencia sobre la que no se tiene capacidad de
actuar.
Dado que no se tiene capacidad de actuar sobre la idea de Dios, ya que como no es una cualidad
del mundo, no es una idea fácilmente manipulable, por lo que no está sujeta a los vaivenes de las
conveniencias, y por tanto como no cualidad del mundo, no está llena de contradicciones, por lo que no
se está en condiciones de unir esta idea de Dios, que como idea está creada por el Ego del trasfondo
oscuro de la mente interior de al menos algunos individuos humanos, a todas las demás cualidades del
mundo, que sin embargo, si están unidas a la razón hegeliana, que es una razón a la vez dinámica y
contradictoria, por estar causada por el Ego del trasfondo oscuro de cada individuo humano, y que se
refleja colectiva y públicamente, a través del Ego que construye y pone en marcha la ley de la vida
cotidiana.
Por todo esto, esta idea de Dios, como no cualidad del mundo, sobre la que no tienen capacidad de
actuar, niega por tanto la posibilidad de que cada individuo humano, pueda construir la idea de Dios que
mejor le convenga, ya que esta idea de Dios, jamás será una de las muchas cualidades del mundo, que
depende de esa razón hegeliana.
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