Descarga gratuita en PDF - El Taller del Poeta

Esta razón hegeliana, por ser histórica, nace de la sociedad de cada momento, aunque su existencia
como razón no depende únicamente de esa sociedad, sino también en parte de la voluntad de cada
individuo humano, ya que como decía Hegel, ningún individuo humano puede darse de baja de la
sociedad, y por todo esto, la idea de Dios tampoco depende de la sociedad, dado que esta idea de Dios,
no es cada individuo humano quien la encuentra, pero tampoco es el consenso social de todos los
individuos humanos, quien decide su implantación, lo que impide que cada individuo humano, pueda
verse legitimado para ser el que construya esta idea de Dios, y por tanto que sea también el que
construya la concepción del mundo que le rodea, a diferencia de Nietzsche para quien el surgimiento de
un mundo supramundano, que es el mundo de Dios, es consecuencia de la continua amenaza que supone
la vida.
Esta continua amenaza que supone la vida para cada individuo humano, se produce para Nietzsche,
porque este individuo humano necesita de apoyarse en alguien superior, dado que no somos capaces de
soportar solos la vida, lo que produce según Nietzsche, un resentimiento hacia la vida misma,
resentimiento que es aprovechado por la moral cristiana para apoyar valores como la humildad, la
abnegación, el arrepentimiento, lo que a su vez fomenta, una débil concepción de la vida al construir una
religión de resentidos y débiles, ya que para Nietzsche, estos son los preferidos por Dios, por lo que
vaticina, una crisis de la humanidad, al proclamar que Dios ha muerto.
Como consecuencia, todo esto trae la necesidad de que la nueva humanidad que aparezca, esté
representada por el superhombre, que sustituye a Dios en el dominio del mundo, diciendo si a la vida
misma, pero que para las tesis de la soledad de la teoría del reconocimiento científico, no va al fondo de
la cuestión de porque los individuos humanos, no somos capaces de soportar solos la vida, y
necesitamos el apoyo de alguien superior.
Todo esto se produce, porque no es por otra cosa, que por causa del dolor de la soledad de la
conciencia, que no tiene cura, por lo que muy al contrario que Nietzsche, no se puede decir que la idea
de Dios, se haya acabado, ya que depende no sólo de las voluntades individuales que forman la sociedad
en su creencia colectiva en la idea de Dios, sino que depende sobre todo, del dolor de la soledad de la
conciencia, que aparte de ser el motor del origen del universo, es un dolor que está causado por el Ego
del trasfondo oscuro de la mente interior de cada individuo humano.
Este impedimento, tanto desde la sociedad, como desde el dolor de la soledad de la conciencia,
para que cada individuo humano, pueda verse legitimado, para ser el que construya la idea de Dios, y
por tanto también la concepción del mundo, es el mejor argumento, para que cada individuo humano,
viva y haga su vida, ya que si vivir es encontrarse en el mundo, cada individuo humano, se da cuenta, de
que está en el mundo, pero que nos encontramos de una manera concreta, que es la de estar siempre
haciendo algo, ya que vivir, es convivir haciendo algo, aunque también convivir, es comunicar con ese
continuo hacer, ya que si una cosa es la vida, es hacer la propia vida de uno, y eso es hacer, porque quien
vive es, y por tanto también hace, independientemente de cómo resuelva su sustento diario, ya que la
cuestión es sobrevivir, sea de una forma u otra.
Por todo esto, quien logra sobrevivir, vive y es, y por tanto hace su vida y coopera para hacer
progresar la vida cotidiana, dado que por mucho que Marx diga que son las condiciones materiales de
vida, las que hacen cambiar para mejor la vida de una sociedad, lo cierto, es que contradictoriamente
tiene la consideración de primar al individuo humano como sujeto de pensamiento, frente a la realidad u
objeto, aunque Marx, no considera siquiera la existencia del individuo humano, ya que para él, la
naturaleza o realidad, existe independientemente de toda filosofía, es decir, de todo sujeto pensante.
Por tanto, esta es la base, sobre la que creció y se desarrolló cada uno de los individuos humanos, y
por tanto, aunque el protagonismo que le da Hegel al individuo humano, dentro de la sociedad, es de
sujeto pensante, de ahí viene sin embargo, la primacía hegeliana de la sociedad sobre el individuo
humano, es decir, de lo colectivo sobre lo individual.
De hecho, Marx ni siquiera reserva dicho grado de consideración, para el individuo humano, dado
que si no lo tiene en cuenta, como sujeto pensante, lo ignora como sujeto individual participante del
proceso que tiene lugar, en la base o infraestructura económica de la sociedad, dado que considera que
son las fuerzas económicas de la sociedad, consideradas en su conjunto, y no individuo a individuo,
como agentes económicos propios, las que cooperan para que progrese la vida cotidiana, negando de
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