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es un individuo humano, que no tiene porque tener una visión de la realidad atomísticamente tan
simplificada, como si la tiene sin embargo, el investigador de la ciencia oficial.
Y es que este investigador de la ciencia oficial, y en concreto de las ciencias sociales apoyadas por
el dominante Ego de unos pocos individuos humanos, que controlan socialmente entre otras cosas, esta
perspectiva atomística de la realidad social, que es la perspectiva interesada de observar la realidad
solamente desde un punto de vista cuantitativo.
Al observar la realidad, solamente desde un punto de vista cuantitativo, esta mentalidad atomística,
que tienen las ciencias sociales oficiales, hace que se considere que estas ciencias sociales tengan
obligatoriamente que aplicarse en la vida cotidiana, pero que al no tener en cuenta la construcción y
puesta en marcha de esa vida cotidiana, por parte del Ego, favorece a que los resultados de esta
aplicación práctica sean incompletos y sin la base que tienen que tener, que es la del estudio científico
de la conciencia evolutiva.
El no tener en cuenta, por parte de las ciencias sociales oficiales, al Ego que construye y pone en
marcha la ley de la vida cotidiana, hace que por mucho que se demuestre empíricamente, una serie de
resultados, lo cierto, es que siempre estas ciencias sociales van a estar incompletas, ya que están sin la
base del estudio científico de la conciencia evolutiva, que es el estudio del que se debe partir, para poder
investigar el porque ocurren la cosas que ocurren en la realidad social.
No obstante, los propios científicos sociales de inicios del tercer milenio, poco le importa ya, si
parten del estudio científico de la conciencia evolutiva, para poder investigar el porque ocurren las
cosas que ocurren, dado que lo único que les importa es poder sobrevivir de su condición de científicos,
y por eso renuncian a la posibilidad de un estudio auténticamente científico, que es el que partiría del
estudio de la conciencia evolutiva, es decir, de la determinante influencia del Ego, sobre la conciencia de
cada individuo humano.
De esta manera, los científicos sociales de inicios del tercer milenio, van a tratar de resolver los
problemas prácticos, es decir, los intereses de quienes pagan la investigación que le es encomendada, y
de esta manera, responden a la imposición de que estas ciencias sociales en sus métodos de
investigación, se parezcan lo más posible, al método de las ciencias de la naturaleza, que es lo que
quiere el positivismo científico, el cual a su vez, exige al científico social, que use términos y conceptos
de estas ciencias de la naturaleza.
Por tanto, esta es una de las características, que deben copiar los científicos sociales, del lenguaje
técnico y muchas veces oscuramente farragoso, que utilizan las ciencias de la naturaleza, y que el
científico social tiene el deber de imitar, para que sea considerado un “verdadero” científico por quienes
se dedican al negocio tecnocrático de la producción y memorización de datos, para su posterior
presentación a las más diversas pruebas, que pasan por ser científicas para los detentadores del poder
político y económico, ya que responden a la lógica de lo que quieren dichos dominantes Egos del
trasfondo oscuro de unos determinados pocos individuos humanos.
Pero esta ciencia oficial, sigue respondiendo obsesivamente al mismo paradigma del saber
dogmático que tanto rechazó, ya que sin darse cuenta, está actuando con las mismas características del
saber dogmático religioso, que tanto daño hizo y corrompió a la auténtica sabiduría del conocimiento,.
que viene de la noche de los tiempos.
De esta forma, los ideólogos de todo tipo y pelaje humano, ofrecen en cada momento, las
interpretaciones de la realidad, que más le convienen a los científicos oficiales positivistas en cada
momento, aliviando la sensación de agobio que tienen estos mismos científicos positivistas, por aplicar a
la realidad social, los dogmas de su metodología de investigación, incluido en ello, la demostración
empírica de ciertos significados de la realidad, que sólo se pueden comprobar mediante la intuición.
Pero a la vez, estos ideólogos recurren a la metodología oficial de la investigación científica
positivista, para verse respaldados como unos científicos oficiales más, y para lo cual usan unas
determinadas pruebas matemáticas, que evidencien empíricamente lo que están diciendo.
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