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Descarga gratuita en PDF - El Taller del Poeta

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una que dirija a la otra, no hay una ley natural que surja de la participación <strong>en</strong> la ley de la vida cotidiana,<br />

que por t<strong>en</strong>er detrás al Ego de la vida cotidiana se hace eterna.<br />

De esta manera, esta ley de la vida cotidiana, que por t<strong>en</strong>er detrás al Ego de todos y cada uno de<br />

los individuos humanos, se hace eterna, da lugar a la elaboración de normas apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de carácter<br />

g<strong>en</strong>eral, es decir, que son válidas para todos los humanos, y por ello dirig<strong>en</strong> las acciones de estos seres<br />

humanos, e impertérritas, es decir, perman<strong>en</strong>tes, y por ello la conci<strong>en</strong>cia se ve completam<strong>en</strong>te<br />

incapacitada para el conocimi<strong>en</strong>to de lo que es la verdad <strong>del</strong> auténtico conocimi<strong>en</strong>to, que podríamos<br />

asimilar con el conocimi<strong>en</strong>to <strong>del</strong> bi<strong>en</strong>, ya que esta ley de la vida cotidiana, que ti<strong>en</strong>e detrás al Ego, se<br />

<strong>en</strong>carga de estar continuam<strong>en</strong>te tapando la profundidad de la conci<strong>en</strong>cia.<br />

Por todo esto, la conci<strong>en</strong>cia se puede definir, ya que no le queda más remedio, como la instancia<br />

contraria a esta ley de la vida cotidiana, que por t<strong>en</strong>er detrás al Ego, se <strong>en</strong>carga de estar continuam<strong>en</strong>te<br />

tapando la profundidad de la conci<strong>en</strong>cia.<br />

Pero la verdad, es que la conci<strong>en</strong>cia se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra sometida a esta ley de la vida cotidiana aunque<br />

no quiera, dado que la subordinación de la conci<strong>en</strong>cia, a esta ley de la vida cotidiana que emana <strong>del</strong> Ego,<br />

es una realidad que no comunica a los seres humanos <strong>en</strong> la verdad más profunda de lo que <strong>en</strong> verdad<br />

son, ya que este Ego de los requerimi<strong>en</strong>tos de lo que el mundo quiere de mi, se lo impide, y los aisla <strong>en</strong><br />

si mismos, es decir, los obsesiona consigo mismos, con la importancia que cada uno de ellos se cree<br />

t<strong>en</strong>er.<br />

Por todo ello, sus decisiones más íntimas no son tomadas muchas veces desde la profundidad de<br />

los valores de la conci<strong>en</strong>cia, sino que son tomadas por el impulso manipulador <strong>del</strong> Ego, que actúa desde<br />

el exterior de la conci<strong>en</strong>cia, y por tanto, favorecedora para que multitud de instituciones religiosas,<br />

políticas, económicas o culturales, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong> legitimadas para hacer creer que la unidad interior de la<br />

conci<strong>en</strong>cia, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> creer sus proposiciones, que pasan a ser artículos de fe intocables.<br />

De esta manera, estas instituciones políticas, religiosas, económicas o culturales se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

legitimadas para convertirse <strong>en</strong> el lugar de la formación de la conci<strong>en</strong>cia y proclaman a los cuatro<br />

vi<strong>en</strong>tos, m<strong>en</strong>tiras como que el ser humano ha de buscar la verdad <strong>en</strong> esas cre<strong>en</strong>cias que le ofrec<strong>en</strong> estas<br />

instituciones religiosas, políticas, económicas o culturales, cuando la única verdad que se van a<br />

<strong>en</strong>contrar es la maldad <strong>del</strong> Ego de los requerimi<strong>en</strong>tos de lo que el mundo quiere de mi.<br />

Por eso, al analizar la verdadera realidad, que es la realidad de la conci<strong>en</strong>cia, y descubrir que las<br />

partes de la realidad, que pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> ser cada una de estas instituciones religiosas, políticas, económicas,<br />

culturales, están d<strong>en</strong>tro de un todo que es la conci<strong>en</strong>cia, no nos queda más remedio que sonreírnos ante<br />

el <strong>en</strong>gaño que desde el Ego de los requerimi<strong>en</strong>tos de lo que el mundo quiere mi, querían imponer a cada<br />

una de nuestras conci<strong>en</strong>cias, lo que no es óbice para reconocer que el todo, que es la conci<strong>en</strong>cia, ti<strong>en</strong>e<br />

que contar con las partes, y éstas con el todo, lo que nos lleva a la verdadera unidad interior de la<br />

conci<strong>en</strong>cia, que es aquella <strong>en</strong> la que no es necesaria creer para que lo sea, es decir, ninguna doctrina<br />

puede señalarle a la conci<strong>en</strong>cia lo que es o no verdad.<br />

La verdadera unidad interior de la conci<strong>en</strong>cia, es aquella que permiti<strong>en</strong>do el mayor grado de<br />

heterog<strong>en</strong>eidad, se ve conformada a la vez por la mayor similitud posible, y que logra por tanto que la<br />

conci<strong>en</strong>cia se defina, como el todo que percibe a las partes, es decir, como una realidad única pero a la<br />

vez multidim<strong>en</strong>sional, y por tanto conformada por varias dim<strong>en</strong>siones, y que por tanto, algunas de ellas<br />

no se puedan ver con los ojos físicos, pero si que están ahí, aunque el Ego de los requerimi<strong>en</strong>tos de lo<br />

que el mundo quiere de mi, que es el Ego de todos y cada uno de los individuos humanos, quieran<br />

ocultar dichas dim<strong>en</strong>siones.<br />

Al ser definida la conci<strong>en</strong>cia, como el todo que percibe a las partes, es decir, como una realidad<br />

única pero a la vez multidim<strong>en</strong>sional, permite a cada individuo humano conocer de una manera<br />

totalm<strong>en</strong>te segura, lo que es la bondad, y difer<strong>en</strong>ciarlo de la maldad <strong>del</strong> Ego de todos y cada uno de los<br />

individuos humanos, pero el ser humano por la determinante influ<strong>en</strong>cia <strong>del</strong> Ego, no es capaz de evitar<br />

como quisiera la maldad, ya que este Ego, que construye la ley de la vida cotidiana, se lo impide ya que<br />

v<strong>en</strong>ce sobre la conci<strong>en</strong>cia de cada individuo humano.<br />

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