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DOCUMENTOS DE TRABAJO

Centros de Acción

Se denominan centros de acción a las estructuras en las que se apoya la

circulación de superficie de un determinado espacio sinóptico. Cada centro de

acción se forma sobre una determinada región, sobre la que, con frecuencia,

en altura la circulación forma dorsales y vaguadas dirigidas por la corriente en

chorro.

Entre los centros positivos o anticiclónicos destaca el máximo de las Azores

(aire tropical en el borde meridional y polar en el septentrional). En el curso de

la primavera la configuración se refuerza y se desplaza hacia el norte,

alcanzando en agosto la latitud más septentrional; en septiembre comienza a

debilitarse, retrocede en latitud y no es extraño que se desdoble en dos

núcleos, situación que se da con toda claridad en invierno ( un núcleo sobre las

Islas Madeira y otro al sur de las Azores). Este centro alimenta los sectores

cálidos de la mayor parte de las borrascas que afectan a la región, originando

los flujos tibios de otoño e invierno. También ejerce el papel de abrigo

aerológico cuando cubre la península o se sitúa frente a las costas

occidentales, impidiendo en este caso el desplazamiento hacia el sur de las

borrascas nordatlánticas generalmente ya muy debilitadas.

El máximo de las Azores aparece a veces prolongado hacia el norte por los

llamados anticiclones polares del Atlántico. Estos proceden de advecciones

frías o de un proceso de subsidencia dinámica de una dorsal en altura.

Aparecen en cualquier época del año, aunque preferentemente en invierno y

primavera. Estas configuraciones afectan directamente con mayor frecuencia a

la península ibérica que el máximo subtropical. El efecto más claro es asegurar

el carácter templado y variedad de los veranos; en lugar de conocer la acción

permanente del verdadero máximo subtropical, la península se ve sumida

durante muchos períodos a la influencia de estas células, que se desplazan

lentamente de oeste a este, determinando una suavización de las

temperaturas. La duración oscila entre uno o dos días, cuando se trata de una

dorsal ¡nterciclónica, hasta dos semanas o más, cuando se trata de anticiclones

de bloqueo que resultan de descargas sucesivas de aire frío, bajo circulación

de índice bajo, muy compartimentada.

Los anticiclones térmicos del continente europeo, a diferencia de los anteriores,

reducen su presencia en invierno. Resultan de la acumulación de aire frío en un

medio donde el balance radiativo es claramente negativo. En ocasiones

aparecen prolongados hacia el suroeste mediante una dorsal que cubre el

cuadrante nordoriental de la península; en estos casos puede llegar a formar

una situación puente, con núcleos de alta presión locales, con el anticiclón de

las Azores. Tanto en un caso como en el otro la península recibe advecciones

del nordeste, que hacen descender bruscamente las temperaturas y también

actúan de abrigo aerológico en relación con las borrascas nordatlánticas.

Entre los centros negativos o depresionarios destaca por su frecuencia y

persistencia el mínimo de Islandia. Es una depresión de origen dinámico,

aunque en invierno, que es cuando alcanza los valores más altos de presencia

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