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JUSTIÇA NO EXTERIOR •<br />

EL PAIS (ES) • OPINIÓN • 17/9/2011<br />

No es economía, es ideología<br />

JORGE FABRA / J. IG-<br />

<strong>NA</strong>CIO BARTOLOMÉ<br />

El 9 de mayo de 2010 la mayoría<br />

conservadora representada<br />

en la reunión del Ecofin<br />

impuso a España, bajo el<br />

argumento de la consolidación<br />

fiscal como vía para prevenir<br />

situaciones de insolvencia,<br />

una política fiscal<br />

restrictiva que en la coyuntura<br />

actual es procíclica y contractiva.<br />

Se puso la atención<br />

no sobre el nivel de deuda<br />

pública, que constituye la<br />

referencia real de la solvencia<br />

financiera de los Estados,<br />

sino sobre el saldo presupuestario,<br />

una variable anual<br />

bajo la gestión y el control de<br />

los Gobiernos y de los Parlamentos<br />

nacionales.<br />

Aparentemente se trataba de<br />

mandar una señal de estabilidad<br />

financiera a los mercados<br />

con medidas que garantizaran<br />

la capacidad de pago de<br />

la deuda a sus vencimientos.<br />

De esta manera, las primas<br />

de riesgo financieras deberían<br />

disminuir. Pero los mercados<br />

han respondido a las<br />

políticas restrictivas del gasto<br />

público exigiendo mayores<br />

primas de riesgo, y no menores,<br />

como aparentemente se<br />

pretendía.<br />

¿Se han equivocado los mercados<br />

o se han equivocado<br />

las políticas?<br />

La respuesta es clara. Aquí<br />

no hay equivocación alguna.<br />

A la política de la Europa<br />

conservadora lo que le interesa<br />

es la disminución del<br />

papel de los Estados en la<br />

economía. Y a los mercados<br />

lo que les interesaría es la<br />

recuperación de la economía,<br />

de los negocios, es decir, de<br />

la demanda efectiva, porque<br />

esa es la vía que suministraría<br />

a sus deudores, públicos o<br />

privados, mayores ingresos y<br />

con ello mayores garantías de<br />

que podrán hacer frente a sus<br />

compromisos. Por consiguiente,<br />

ambos consiguen lo que<br />

persiguen: los primeros, de<br />

manera directa, el<br />

empequeñecimiento del Estado,<br />

la disminución de las<br />

prestaciones sociales; y los<br />

segundos, aunque de manera<br />

indirecta, también, a través<br />

del aumento de las primas de<br />

riesgo de la deuda que es la<br />

variable que resuelve la ecuación<br />

de sus intereses ante<br />

las políticas contractivas que<br />

debilitan la solvencia de sus<br />

deudores.<br />

Quienes ahora, con la crisis,<br />

claman por la austeridad, no<br />

hacen otra cosa que hacer lo<br />

que siempre han hecho con<br />

crisis o sin crisis: clamar por<br />

la austeridad, no en su sentido<br />

ético sino en su proyección<br />

sobre el contenido y alcance<br />

del Estado de bienestar,<br />

que consideran excesivo.<br />

La crisis es su coartada, no<br />

su argumento.<br />

No son los mercados ni tampoco<br />

los especuladores, por<br />

muy imperfectos que sean los<br />

unos y por mucha información<br />

privilegiada que posean<br />

los otros, los culpables de la<br />

crisis, de su profundidad ni<br />

de su duración. Los culpables<br />

son las políticas que persiguen<br />

objetivos ocultos para<br />

la ciudadanía; la desregulación,<br />

que también es política;<br />

las señales confusas y equívocas<br />

de lasinstituciones<br />

financieras europeas y nacionales<br />

y de las agencias de<br />

calificación, que también son<br />

política. Es<br />

la política que orienta los<br />

mercados la culpable de que<br />

las primas de riesgo alcancen<br />

niveles inasumibles, incluso,<br />

para las economías solventes<br />

en sus fundamentos económicos.<br />

Los mercados no hacen,<br />

al fin, más que responder<br />

a las señales que reciben.<br />

Detrás de las decisiones del<br />

Eurogrupo los fundamentos<br />

técnicos son menores que los<br />

ideológicos. La realidad está<br />

siendo concluyente: los mercados<br />

no se han calmado y el<br />

Estado de bienestar se resiente.<br />

La realidad está refutando<br />

los principios y las proposiciones<br />

declaradas que informan<br />

la política económica<br />

que emerge de las instituciones<br />

de la Unión.<br />

Si la limitación del déficit<br />

público estructural se basara<br />

en una regla rígida, como por<br />

otra parte siempre sugirió el<br />

Partido Popular, las consecuencias<br />

serían desastrosas<br />

porque el Gobierno perdería<br />

la capacidad de gestión del<br />

saldo presupuestario con<br />

criterios anticíclicos, cuestión<br />

especialmente grave sin la<br />

autonomía de la política monetaria<br />

que está bajo la responsabilidad<br />

del BCE. Por<br />

S T F N A M Í D I A • 2 2 d e s e t e m b r o d e 2 0 1 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P Á G I N A 1 1 3

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