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Delumeau-Jean-El-Cristianismo-Del-Futuro

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fesiones cristianas y la caridad recíproca de la diversidad en el<br />

interior de cada uno de los componentes del cristianismo. Me<br />

parece imposible que el ecumenismo se lleve a cabo por la entrada<br />

en la Iglesia romana. Hay que buscar otras vías. <strong>El</strong> éxito<br />

del ecumenismo no está asegurado. ¿Es un motivo para desanimarse<br />

y no tener en cuenta el camino recorrido? No hay que<br />

obviarlo.<br />

Soñemos por un instante e imaginemos una unidad reconstituida.<br />

¿Habría también un papa? Yo desearía que sí, y que pudiera<br />

hablar al mundo en nombre de una Iglesia reconciliada<br />

consigo misma. Retomo el ferviente deseo del ecumenista <strong>Jean</strong>­<br />

Marie Tillard, que ya veía al obispo de Roma como un árbitro, un<br />

centro de comunión que debería presidir en la caridad. Veía a la<br />

Iglesia universal como una comunión de comunidades locales.<br />

La tradición para él era «la comunión de todas las generaciones y<br />

todos los ambientes con su diversidad, sus particularismos, en la<br />

única fe». Reconocía también en «todas las iglesias dispersas por<br />

el mundo y que se despliegan a todo lo largo de la historia a la<br />

única y la misma Iglesia» 22 cuyo símbolo sería el papa.<br />

Se impone una reflexión respecto a los viajes de Juan Pablo<br />

n. Millones de jóvenes lo han aclamado a pesar de su enfermedad.<br />

Ciertamente ha hecho avanzar el ecumenismo con<br />

sus viajes, a veces difíciles, a países ortodoxos. Ha hablado en<br />

favor de la paz, la dignidad humana, la ayuda mundial a los<br />

desheredados, la urgencia de resistir a las tentaciones materialistas<br />

que nos asaltan... Nuestro tiempo tiene necesidad de un<br />

mensaje como éste, aunque este profeta desarmado parece muchas<br />

veces predicar en el desierto. Ningún otro jefe espiritual<br />

del siglo XX ha obtenido una audiencia igual, yeso hay que tenerlo<br />

en cuenta.<br />

22 Entre las obras de J.M. TILLARD, me fIjo particularmente en <strong>El</strong> obIspo de<br />

Roma, Santander, Sal Terrae, 1986 (orig.: L'Évéque de Rome, 1982) e Iglesia de Igle­<br />

SiaS, Salamanca, Sígueme, 1991 (orig.: Église d'Églises. L'eccléslOlogie de commumon,<br />

1987, París, Cerf).

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