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Delumeau-Jean-El-Cristianismo-Del-Futuro

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verlo reanimarse un instante. Entonces se apresuraban a bautizarlo<br />

y el bebé recaía enseguida en la inmovilidad. Pero estaba<br />

salvado y se tocaban las campanas en señal de alegría 33. También<br />

sé que todavía a mediados del siglo XX algunas madres no se<br />

atrevían a abrazar a su hijo hasta que no había sido bautizado,<br />

porque todavía estaba bajo el dominio del diablo. La Iglesia católica,<br />

para no enviar al infierno a los niños no bautizados, había inventado<br />

el limbo, donde eran acogidos los niños muertos sin bautismo:<br />

allí no sufrían, pero estaban excluidos del paraíso.<br />

A Dios gracias, después del Concilio Vaticano II, el bautismo<br />

de los niños en la Iglesia católica ya no incluye esos exorcismos. <strong>El</strong><br />

bautismo es la entrada y la acogida en la comunidad de los fieles,<br />

y significa que el auxilio y la bendición de Dios ayudarán al nuevo<br />

cristiano en los inevitables combates de la vida, y que las oraciones<br />

y los sacramentos de la Iglesia no le faltarán. Por otro lado,<br />

se ha abandonado, especialmente en las oraciones católicas del<br />

Viernes Santo, la acusación contra el «pueblo deicida» que se apoyaba<br />

en la culpabilidad hereditaria del pueblo judío. «<strong>El</strong> mal no es<br />

hereditario, es el libre albedrío, causa de lo mejor y lo peor.» Recojo<br />

esta esclarecedora expresión de Cuy Turbet-<strong>Del</strong>of34.<br />

Pero la expresión «pecado original» encierra con frecuencia<br />

los resabios de una doctrina de la que hay que desprenderse y<br />

que se había hecho insostenible a partir de la identificación de<br />

Adán con el primer hombre. Más vale hablar, como el evangelio<br />

de Juan, del «pecado del mundo» que Jesús viene a «quitar»<br />

(Juan 1,29), para dar a entender lo que es evidente, que nacemos<br />

en un mundo donde el pecado ya existe y donde la maldad, el<br />

orgullo, la voluntad de poder y la concupiscencia se acumulan<br />

desde los comienzos de la humanidad. Pero en el próximo capítulo<br />

añadiré que si bien es cierto que sufrimos los efectos del mal<br />

cometido anteriormente, igualmente nos beneficiamos del bien,<br />

33 J. GELIS, espeClahsta de esta cuestIón, promete un hbro sobre los santuanos<br />

de reposo<br />

34 En una carta de los lectores de La V¡e del 14 de octubre de 2002.

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