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Delumeau-Jean-El-Cristianismo-Del-Futuro

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Luces en la noche<br />

<strong>El</strong> Hombre-Dios no ha buscado el sufrimiento y me opongo<br />

a la doctrina según la cual Jesús ha venido a la Tierra y se ha sacrificado<br />

porque era lél única víctima capaz de atemperar la ira<br />

de su Padre. Jesús no se ha envuelto en posturas heroicas en la<br />

cercanía de su suplicio. Ha deseado, en la vigilia de su pasión,<br />

que el cáliz de las torturas se aleje de él. Por otra parte, curando a<br />

los ciegos, a los leprosos y a los paralíticos, ha hecho de la compasión<br />

la condición de la salvación y la piedra de toque de la ortodoxia.<br />

<strong>El</strong> mensaje es claro: el sufrimiento no es un bien en sí y<br />

tenemos la obligación de aliviarlo, venga de los hombres o de la<br />

naturaleza. <strong>El</strong> motivo del mal físico o moral no está dilucidado,<br />

pero una luz viene a iluminar nuestra noche y nos hace ver que<br />

Dios sufre con nosotros y que sus hermanos predilectos son<br />

aquéllos a los que la desgracia aflige.<br />

Esta luz ilumina también el futuro, porque descubre el desenlace<br />

final que nos ocultan de ordinario las victorias momentáneas<br />

y aparentes del mal de ayer y de hoy. Las revelaciones del<br />

Apocalipsis no aportan la solución del enigma del mal, pero profetizan<br />

el fin de la pesadilla. Son el complemento necesario de la<br />

puesta de relieve de la debilidad de Dios en la tierra.<br />

Jesús no se ha hecho ilusiones sobre el poder del «príncipe<br />

de este mundo» (Juan 12,31). Interpelando un día al demonio<br />

que atormentaba a un poseso, le preguntó: «¿Cómo te llamas?».<br />

La respuesta fue: «Me llamo Legión, porque somos muchos»<br />

(Marcos 5,9). <strong>El</strong> mal es plural en el tiempo y en el espacio, y difícil<br />

el combate contra él. Es tal y como Ignacio de Loyola lo ha<br />

pintado en la célebre Meditacíón de las Dos Banderas. En el cuarto<br />

día de la Segunda Semana de los Ejercicios Espirituales todo parece<br />

perdido de ante.rnano. <strong>El</strong> panorama está así descrito: «un<br />

gran campo de la región de Jerusalén, donde el sumo capitán general<br />

de los buenos es Cristo nuestro Señor»; y por otro lado,<br />

«otro campo en la región de Babilonia, donde el caudillo de los<br />

enemigos es Lucifer».

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