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Delumeau-Jean-El-Cristianismo-Del-Futuro

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los reformados cuáles eran los puntos menos sólidos de su fe. Se<br />

siguió viviendo bajo el régimen de complicidad entre la Iglesia y<br />

el Estado. Durante los siglos XVII y XVIII en Francia cuatro cardenales<br />

(Richelieu, Mazarino, Dubois y Fleur) y un arzobispo<br />

(Loménie de Brienne) ejercieron de primer ministro. <strong>El</strong> rey nombraba<br />

a los titulares de los obispados y de las abadías importantes<br />

y la asamblea del clero votaba regularmente el montante de la<br />

exención gratuita que se les concendía.<br />

Sacudida sucesivamente por el Gran Cisma de Oriente, por<br />

múltiples escándalos y por la secesión protestante, la Iglesia católica<br />

enderezó una situación terriblemente comprometida afirmándose<br />

en un estilo monumental y triunfante que ya no convence.<br />

Las impresionantes dimensiones de la arquitectura, la<br />

abundancia de una decoración donde entraron con profusión los<br />

materiales preciosos, el abuso de la apariencia, las posturas teatrales<br />

de los santos esculpidos o pintados, y tantos otros elementos<br />

que ahora agrupamos bajo el término (quizá demasiado malintencionado)<br />

de «triunfalismo».<br />

Este triunfalismo ha existido: ha exaltado sin discreción los<br />

éxitos de la fe y de la cruz, la derrota de la herejía, la conquista religiosa<br />

de tierras lejanas, el heroísmo de los santos, la gloria del<br />

papado y la virtud de los sacramentos.<br />

Tantas afirmaciones perentorias nos incomodan ahora que<br />

estamos enfrentados a la indiferencia religiosa y que evaluamos<br />

en qué medida esas ruidosas celebraciones de victoria eran prematuras.<br />

La ordenanza del culto se acordó en este decorado<br />

pomposo, incluso orgulloso. Comenzó con el Concilio de Trento<br />

la edad de oro del ceremonial. Cantos y oraciones debieron cada<br />

vez más encuadrarse en un ritualismo y un formalismo puntilloso<br />

que también se convirtieron en aspectos del triunfalismo.<br />

Rompiendo con las incertidumbres teológicas de la Edad<br />

Media, la Iglesia católica estableció con el Concilio de Trento una<br />

doctrina muy estructurada que tuvo la ventaja de la claridad, pero<br />

con excesivo rigor de rechazos torpemente apoyados y de certezas<br />

demasiado intensamente subrayadas. <strong>El</strong> dogmatismo fue el

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