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DOLENTIUM HOMINUM - Conferencia Episcopal de Guatemala

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formas <strong>de</strong> religión y todos lossistemas <strong>de</strong> reflexión que quisieranponer el mal como expresiónnormal <strong>de</strong> la calidad<strong>de</strong> finitud <strong>de</strong>l hombre y <strong>de</strong> laconnotación <strong>de</strong> finitud <strong>de</strong>lmundo en cuyo espacio viveel hombre. El mal no es lasimple contraseña <strong>de</strong> que elhombre está en el mundo y elsimple dispositivo mediante elcual se califica su i<strong>de</strong>ntidad.El mal es propiamente lo queataca al hombre agrediéndoloen su totalidad, sin limitarse aponer en dificultad un aspectoo a poner en discusión un perfil,<strong>de</strong>jando sobrevivir intactostodos los <strong>de</strong>más componentes.Esto significa que no existeningún motivo <strong>de</strong> necesidad<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l asomarse <strong>de</strong>l malen la escena <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l individuoy <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> loshombres. No hay alguna motivaciónpertinente para que seconvali<strong>de</strong> la <strong>de</strong>claración quesostiene que el mal <strong>de</strong>be existirobligatoriamente. Antesbien, la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l mal esla que lo indica como aquelloque en verdad <strong>de</strong> ningún modoy por ninguna finalidad <strong>de</strong>beestar, ni <strong>de</strong>ntro ni fuera <strong>de</strong>lhombre. 7 Al explicitar su contraposiciónal mal el hombreorante <strong>de</strong> los salmos explicitatambién el criterio último <strong>de</strong>las afirmaciones que la oraciónpropone, i<strong>de</strong>ntificándoloen la <strong>de</strong>claración valiente y<strong>de</strong>cidida <strong>de</strong> la existencia. Cómosea posible que el hombrellegue a tener su nombre, elque le pertenece <strong>de</strong> un modonaturalmente exclusivo y propio,en esto está lo esencial <strong>de</strong>la oración <strong>de</strong> los salmos elevadaen los casos <strong>de</strong> sufrimientoy mal.De este modo la oración, es<strong>de</strong>cir el lenguaje peculiar <strong>de</strong> larelación humana con Dios, fijay tematiza lo que fácilmentepo<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar como lacaracterística y la raíz típica<strong>de</strong>l mal y <strong>de</strong>l sufrimiento. Esla injusticia que <strong>de</strong>fine la connotacióncentral <strong>de</strong> la experiencia<strong>de</strong>l mal y por consiguientela connotación con laque dicha experiencia se imponea la percepción, pero en<strong>de</strong>finitiva a la resistencia <strong>de</strong>lhombre. El conjunto <strong>de</strong> temas,que tratan <strong>de</strong> <strong>de</strong>cifrar en llaveespeculativa la esencia <strong>de</strong>l maly el complejo <strong>de</strong> los proyectos– que exigen en vez <strong>de</strong> limitaren una perspectiva práctica lafuerza <strong>de</strong> negación – son puestosrápidamente en dificultad,ya que son muy insuficientespara <strong>de</strong>linear una clarificaciónen lo que respecta lo que la experienciahumana <strong>de</strong>l mal poneen juego. La afirmación,según la cual los hombres estánexpuestos indistinta yconstantemente a la prepotencia<strong>de</strong> la injusticia, así comono disuelve la causa <strong>de</strong>l dolor,tampoco logra alejar o por lomenos atenuar el grado <strong>de</strong>problematicidad, con la cualse introduce la presencia <strong>de</strong>lmal. El mismo llamado a lacalidad <strong>de</strong> la fragilidad queacomuna en un único conjuntoy bajo un mismo género a loshombres, <strong>de</strong>ja luego que cadauno vaya hacia un <strong>de</strong>stino queno está a la altura <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>realización <strong>de</strong>l cual el hombrees portador y sobre el cual encaminasu pensamiento y lavoluntad. El mal es <strong>de</strong> por sítodo lo que interrumpe el recorrido<strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong>lhombre haciéndolo tan profundamenteinteligible queobliga a toda persona a permanecerlejana <strong>de</strong> alguna posibilidad<strong>de</strong> reparo, en una soledadque para cada uno no pue<strong>de</strong>sino ser la más completa.Al respecto, el interroganteirrenunciable para la prácticay para la reflexión actuales <strong>de</strong>la Iglesia se refiere al modogracias al cual hacer actuablela confrontación con la experienciasecularizada <strong>de</strong>l malque caracteriza esta estación<strong>de</strong> la época contemporánea.Incluso el retorno en campo<strong>de</strong> lo sagrado no parece tenerla fuerza para cambiar la ten<strong>de</strong>nciaprevaleciente <strong>de</strong> la secularizaciónsino lo auna, terminandopor confirmar ensustancia la línea <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncia.El último período <strong>de</strong>l sigloapenas pasado, no sin ciertapertinencia, ha sido <strong>de</strong>nominadocomo tiempo religiosopero dicha calificación esperaser a<strong>de</strong>cuadamente valoraday explicada a partir <strong>de</strong>lsentido <strong>de</strong>l todo peculiar <strong>de</strong>lcomportamiento <strong>de</strong> la fe. Elinterrogante cae en particularsobre la capacidad <strong>de</strong> culto<strong>de</strong>l hombre contemporáneo yaque éste, a través <strong>de</strong> los proyectosque cultiva, hace prevalecerla figura <strong>de</strong> una humanidad<strong>de</strong> los hechos, sin tradiciones,la figura <strong>de</strong> una humanidadque resulta ser al mismotiempo fluctuante e infecunda.No está en juego la capacidad<strong>de</strong> culto <strong>de</strong>l hombre tomadaen sí misma o bien consi<strong>de</strong>radaen su constitutivo esencialsino la posibilidad <strong>de</strong> entraren la lógica singular <strong>de</strong> lossímbolos rituales <strong>de</strong> la fe.Ahora bien, el rito sacramental<strong>de</strong> la unción lo <strong>de</strong>bemosasumir no separadamente <strong>de</strong>Aquel que justamente segúneste <strong>de</strong>terminado modo, el <strong>de</strong>la acción <strong>de</strong>l rito, expresa suvoluntad <strong>de</strong> salvación y ofreceal hombre el criterio en nombre<strong>de</strong>l cual creer. El rito <strong>de</strong> laIglesia al tomar las distancias<strong>de</strong>l mal coloca la actitud <strong>de</strong>lCrucifijo en la historia <strong>de</strong> laIglesia en favor <strong>de</strong>l hombre <strong>de</strong>cada tiempo y lugar.Es el Crucifijo el que alejala posible sospecha <strong>de</strong>l hombreante un Dios perverso eimpotente, y nos revela másbien a un Dios que, no siendoresponsable <strong>de</strong>l mal, no poresto se sustrae a la confrontaciónque el hombre entablacon el mal. La acción ritual <strong>de</strong>la Iglesia permite que cadauno coloque su condición <strong>de</strong>sufrimiento en el fuego <strong>de</strong>lacontecimiento singular quees el Crucifijo. El sacramentono es pues el simple instrumentoeducativo que buscapreparar la conciencia <strong>de</strong> loscristianos para que su comportamientoesté a la altura <strong>de</strong>lo que pi<strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong>Dios. La acción sacramentalpermite el efectivo tomar parteen la fuerza divina que poneen movimiento aquello por lo115

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