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DOLENTIUM HOMINUM - Conferencia Episcopal de Guatemala

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14Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleoen el nombre <strong>de</strong>l Señor. Y la oración <strong>de</strong> la fesalvará al enfermo, y el Señor hará que se levante,y si hubiera cometido pecados, le seránperdonados» (St 5, 14-15). Dentro <strong>de</strong> poco reviviremos<strong>de</strong> modo singular esta exhortación<strong>de</strong>l Apóstol, cuando algunos <strong>de</strong> vosotros,queridos enfermos, recibáis el sacramento <strong>de</strong>la unción <strong>de</strong> los enfermos. El, <strong>de</strong>volviendo elvigor espiritual y físico, pone muy bien <strong>de</strong> relieveque Cristo es para la persona que sufrela Puerta que conduce a la vida.Queridos enfermos, éste es el momentoculminante <strong>de</strong> vuestro jubileo. Al cruzar elumbral <strong>de</strong> la Puerta santa, uníos a todos losque, en todas las partes <strong>de</strong>l mundo, ya la hancruzado, y a cuantos la cruzarán durante elAño jubilar. Ojalá que pasar a través <strong>de</strong> laPuerta santa sea signo <strong>de</strong> vuestro ingreso espiritualen el misterio <strong>de</strong> Cristo, el Re<strong>de</strong>ntorcrucificado y resucitado, que por amor «llevónuestras dolencias y soportó nuestros dolores»(Is 53, 4).importante también saber leer el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong>Dios cuando el sufrimiento llama a nuestrapuerta. La «clave» <strong>de</strong> dicha lectura es la cruz<strong>de</strong> Cristo. El Verbo encarnado acogió nuestra<strong>de</strong>bilidad, asumiéndola sobre sí en el misterio<strong>de</strong> la cruz. Des<strong>de</strong> entonces, el sufrimientotiene una posibilidad <strong>de</strong> sentido, que lo hacesingularmente valioso. Des<strong>de</strong> hace dos milaños, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día <strong>de</strong> la pasión, la cruz brillacomo suprema manifestación <strong>de</strong>l amor queDios siente por nosotros. Quien sabe acogerlaen su vida, experimenta cómo el dolor, iluminadopor la fe, se transforma en fuente <strong>de</strong>esperanza y salvación.Ojalá que Cristo sea la Puerta para vosotros,queridos enfermos llamados en este momentoa llevar una cruz más pesada. QueCristo sea también la Puerta para vosotros,queridos acompañantes, que los cuidáis. Comoel buen samaritano, todo creyente <strong>de</strong>bedar amor a quien sufre. No está permitido«pasar <strong>de</strong> largo» ante quien está probado porla enfermedad. Por el contrario, hay que <strong>de</strong>ternerse,inclinarse sobre su enfermedad ycompartirla generosamente, aliviando su pesoy sus dificulta<strong>de</strong>s.4. Santiago escribe: «¿Está enfermo algunoentre vosotros? Llame a los presbíteros <strong>de</strong> la5. La Iglesia entra en el nuevo milenio estrechandoen su corazón el evangelio <strong>de</strong>l sufrimiento,que es anuncio <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción y salvación.Hermanos y hermanas enfermos, soistestigos singulares <strong>de</strong> este Evangelio. El tercermilenio espera este testimonio <strong>de</strong> los cristianosque sufren. Lo espera también <strong>de</strong> vosotros,agentes <strong>de</strong> la pastoral sanitaria, quecon funciones diferentes cumplís junto a losenfermos una misión tan significativa y apreciada,apreciadísima.Que se incline sobre cada uno <strong>de</strong> vosotrosla Virgen Inmaculada, que nos visitó enLour<strong>de</strong>s, como hoy recordamos con alegría ygratitud. En la gruta <strong>de</strong> Massabielle confió asanta Bernardita un mensaje que lleva al corazón<strong>de</strong>l Evangelio: a la conversión y a lapenitencia, a la oración y al abandono confiadoen las manos <strong>de</strong> Dios.Con María, la Virgen <strong>de</strong> la Visitación, elevamostambién nosotros al Señor el «Magnificat»,que es el canto <strong>de</strong> la esperanza <strong>de</strong> todoslos pobres, los enfermos y los que sufrenen el mundo, que exultan <strong>de</strong> alegría porquesaben que Dios está junto a ellos como Salvador.Así pues, con la Virgen santísima queremosproclamar: «Proclama mi alma la gran<strong>de</strong>za<strong>de</strong>l Señor», y dirigir nuestros pasos haciala verda<strong>de</strong>ra Puerta jubilar: Jesucristo,que es el mismo ayer, hoy y siempre.

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