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DOLENTIUM HOMINUM - Conferencia Episcopal de Guatemala

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vación, irrupción <strong>de</strong> Dios que“envió al mundo a su Hijo únicopara que vivamos por medio<strong>de</strong> El” (1Jn 4, 9)Seguiremos estos pasajes:Significado <strong>de</strong> ser católicoPromoción y <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> lavidaEl Buen SamaritanoAntes <strong>de</strong> continuar, <strong>de</strong>seoponer <strong>de</strong> relieve la “presencia”<strong>de</strong>l Farmacéutico en la SagradaEscritura y el “aprecio” <strong>de</strong>la Iglesia hacia esta profesión.En la Sagrada EscrituraEn el libro <strong>de</strong>l Sirácida leemosque “El Señor puso en latierra medicinas, el varón pru<strong>de</strong>nteno los <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ña... El mismodio a los hombres la cienciapara que se gloriaran en susmaravillas. Con ellas cura él yquita el sufrimiento, con ellasel farmacéutico hace mixturas...Hay momentos en losque en sus manos está la solución,pues ellos también – (médicosy farmacéuticos) – al Señorsuplicarán que les pongaen buen camino hacia el alivioy hacia la curación para salvartu vida ” (Cap. 38, 4.6-7.13-14).Aprecio <strong>de</strong> la IglesiaCon respecto al “aprecio <strong>de</strong>la Iglesia”, me complace presentarun pensamiento <strong>de</strong> verasimportante <strong>de</strong> Pío XII, <strong>de</strong>venerada memoria, que luego<strong>de</strong> haber citado algunos versos<strong>de</strong> Virgilio <strong>de</strong>cía: “Vosotrosperteneceis a aquella realmentebenemérita categoría <strong>de</strong> ciudadanosque, consagrandotiempo, inteligencia, fuerzas ytodo sí mismos, para aliviar lasmiserias humanas, curan conla terapia las enfermeda<strong>de</strong>spresentes y alejan, con sabia ymetódica profilaxis, las queamenazan la salud. Vuestra tareaes pesada, por la atenciónque exige y la responsabilidadque impone. Y sin embargo,vuestra diligente actividad, escondidaa los ojos y al aplauso<strong>de</strong>l público, confinada en losrecónditos <strong>de</strong> un laboratorio,silenciosa y testigo fiel <strong>de</strong>vuestra abrumadora fatiga, estácomo velada por el silencio.A vosotros les faltan aquellasconsolaciones que endulzan laobra a menudo penosa <strong>de</strong> losmédicos y <strong>de</strong> los enfermoscuando ven que sus pacientesy enfermos mejoran”. 4 Y luego<strong>de</strong> haber dicho que Cristo Re<strong>de</strong>ntores “médico <strong>de</strong> toda lahumanidad”, afirmaba: “A vosotrosFarmacéuticos ha encargadoen particular el estudioteórico y práctico <strong>de</strong>l cuidado<strong>de</strong> los cuerpos”.Es un aprecio que ha sidoconfirmado por los pontíficeshasta nuestros días, y es particularmentebello recordar queJuan Pablo II consi<strong>de</strong>ra a losfarmacéuticos como “evangelizadores,justamente porquevuestra profesión presuponeconfianza en vuestra arte y envuestra humanidad” 5 .Ser católicoEn la búsqueda <strong>de</strong> las palabrasdirigidas por los Papas alos farmacéuticos en los últimoscincuenta años, con frecuencianos encontramos anteel llamamiento a “ser católico”en el cumplimiento <strong>de</strong> esteservicio profesional.Es particularmente insistenteJuan Pablo II cuando afirma:“Las formas <strong>de</strong> agresión ala vida humana y a su dignidadson cada vez más numerosas,en particular a través <strong>de</strong>l empleo<strong>de</strong> medicinas, cuando éstasnunca <strong>de</strong>ben emplearsecontra la vida, directa o <strong>de</strong> manerasubreticia. Es por esto queel farmacéutico católico tieneel <strong>de</strong>ber – <strong>de</strong> conformidad conlos principios inmutables <strong>de</strong> laética natural propia <strong>de</strong> la conciencia<strong>de</strong>l hombre – <strong>de</strong> seratento consejero para los quecompran los remedios... Parael farmacéutico católico, la enseñanza<strong>de</strong> la Iglesia sobre elrespeto <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> la dignidad<strong>de</strong> la persona humana,<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su concepción hasta susúltimos momentos, es <strong>de</strong> naturalezaética y moral. No pue<strong>de</strong>estar sometida a las variaciones<strong>de</strong> opiniones o ser aplicadasegún opciones fluctuantes” 6 .Pero ¿es posible una “cienciamédica cristiana”?, se preguntabaPío XII. Y respondíaque “sí” en sentido lato, ya que“no tanto en la ciencia en símisma, sino sus representantesy estudiosos en los que vive, se<strong>de</strong>sarrolla y manifiesta” 7 . Y encontra <strong>de</strong> la opinión <strong>de</strong> quienesquieren vincularla sólo con lasleyes inmanentes, observabaque los <strong>de</strong>stinatarios y los objetivos<strong>de</strong> cualquier ciencia noestán en el vacío, “sino formanparte <strong>de</strong>l mundo universal <strong>de</strong>los seres; están permanentementeen contacto con los objetos<strong>de</strong> las <strong>de</strong>más ciencias y<strong>de</strong> manera particular están bajola ley <strong>de</strong> la inmanente y trascen<strong>de</strong>ntefinalidad, que los uneen un todo or<strong>de</strong>nado” 8 .Aquí tenemos el cruce angustiante<strong>de</strong> este tiempo quenos hace pasar <strong>de</strong>l final <strong>de</strong> unmilenio al comienzo <strong>de</strong>l nuevo:el drama <strong>de</strong> la separaciónentre fe y razón, que Juan pabloII afronta en la Fi<strong>de</strong>s et ratio,<strong>de</strong>nunciando el abismo nefastoque se proyecta para lahumanidad 9 .Es oportuno releer un pasajeque se refiere a la actividadprofesional: “En el ámbito <strong>de</strong>la investigación científica seha ido imponiendo una mentalidadpositivista que, no sólose ha alejado <strong>de</strong> cualquier referenciaa la visión cristiana <strong>de</strong>lmundo, sino que, y principalmente,ha olvidado toda relacióncon la visión metafísica ymoral. Consecuencia <strong>de</strong> estoes que algunos científicos, carentes<strong>de</strong> toda referencia ética,tienen el peligro <strong>de</strong> no ponerya en el centro <strong>de</strong> su interés lapersona y la globalidad <strong>de</strong> suvida. Más aún, algunos <strong>de</strong>ellos, conscientes <strong>de</strong> las potencialida<strong>de</strong>sinherentes al progresotécnico, parece que ce<strong>de</strong>n,no sólo a la lógica <strong>de</strong>lmercado, sino también a latentación <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>miúrgicosobre la naturaleza y sobreel ser humano mismo” 10 .El farmacéutico católico está<strong>de</strong> lleno en el reto y en elnuevo milenio se encontraráaún más involucrado en dramáticassituaciones para suconciencia.Injertados en Cristo, po<strong>de</strong>mosafirmar con S. Pablo: “Todoespero en Aquel que me dala fuerza” (Flp 4, 13). La fuerzacon la cual se pue<strong>de</strong> afrontary vivir coherentemente dichassituaciones no está presente<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros, sinoque se encuentra por encima<strong>de</strong> nosotros. El hombre tecnológicono sabe y no logra aceptarsemejante visión, porquetodo quiere examinarlo y <strong>de</strong>mostrarlocientíficamente y es-53

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