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DOLENTIUM HOMINUM - Conferencia Episcopal de Guatemala

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126tológica es real si no se limita asublimar la acción cristiana, sinola caracteriza realmente, haciéndolacapaz <strong>de</strong> oportuna críticay proyecto.Especificidad. La modalidadcelebrativa propia <strong>de</strong>los sacramentos en situación<strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> enfermedadSegún la ley (teológica) <strong>de</strong>la encarnación, la sacramentalidad– en su alcance simbólico– inscribe la acción <strong>de</strong> Diosen la realidad <strong>de</strong> lo humano,en la dimensión real <strong>de</strong> la corporeidady <strong>de</strong> las dinámicasinteriores <strong>de</strong> la persona humana,que <strong>de</strong> algún modo es caracterizaday condicionada(kenosis). Esto confiere (y requiere)una diferente resonancia<strong>de</strong> las palabras y una diferenteinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los gestos.Como repetidas veces se hahecho notar en estudios recientes,en la celebración sacramentalla dimensión no locutoriaprevalece sobre aquellalocutoria. De este modo, laforma es cuestión fundamental.El encuentro comunicativoes aquel en el que la/s persona/sse revela/n, aquel en elque suce<strong>de</strong> algo (acontecimiento).Y el lugar celebrativoes espacio simbólico, en elcual la estructura arquitectónica,el sonido y la música, ladisposición <strong>de</strong> los objetos, lagestualidad <strong>de</strong> los diferentesactores constituyen no sólo elcon-texto, sino el texto mismo<strong>de</strong>l acontecimiento sacramentalen el ejercicio <strong>de</strong> las funcionesque les competen.En esta pragmática simbólicase trata no <strong>de</strong> la transformación<strong>de</strong>l mundo, sino <strong>de</strong> sí mismocon relación a Dios. Todoconverge entonces hacia aquelnúcleo que es la fórmula sacramentalen sentido estrecho,fórmula incorporada en el mismogesto, en el que el enunciado<strong>de</strong> la fe llega a su plena verdad(cf. los rituales bautismales<strong>de</strong> la Iglesia antigua, en loscuales la práctica litúrgica esconfesión <strong>de</strong> la fe en acto).El misterio mesiánico <strong>de</strong> lasanación es todo lo opuesto ala remoción <strong>de</strong>l sufrimiento.No remueve, ni sublima, sinoafronta y combate, compren<strong>de</strong>y acepta el misterio <strong>de</strong>l sufrimiento.Al contrario, la falta <strong>de</strong>alcance soteriológico (existencial)provoca la evanescencia<strong>de</strong> la proclamación cristológicay el retorno escatológico aparececomo camino <strong>de</strong> escapefrente a la impotencia sanante.El sufrimiento como bautismocotidiano, traza un camino<strong>de</strong> conversión en el que la eucaristíaconduce a su plenitudsu promesa (“futurae gloriaenobis pgnus datus”): el viáticosintetiza el itinerario sacramentalpara la salvación, en la dimensión<strong>de</strong> una compañía queya es nuevo inicio.Dimensión personaly comunitaria.Equilibrio y reciprocidadLa diaconía es digna <strong>de</strong>lnombre cristiano sólo si tienecomo fundamento el agape <strong>de</strong>Cristo, se expresa en la y por lacomunidad, se dirige a todos,sin discriminación alguna (Ga3, 28; 1 Co 12, 13). Es la asambleaeucarística el punto <strong>de</strong>partida, el lugar narrativo don<strong>de</strong>la palabra es memorial yanuncio (acontecimiento y praxis)<strong>de</strong> salvación. Esto no significaque la verdad <strong>de</strong> la fe <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><strong>de</strong> la verificabilidad <strong>de</strong>efectos socialmente perceptibles.Pero no los hace insignificantes;al contrario.Ante todo, acogida y fruibilidad.El diálogo pastoral requiereque se planteen interrogantesevangélicos (no se pue<strong>de</strong>omitir o disolver irénicamentela confrontación con elEvangelio y con la fe <strong>de</strong> laIglesia); pero, por otro lado pi<strong>de</strong>también que estos interrogantesse planteen con estiloevangélico. Esto significa acogida<strong>de</strong> las personas tal comoson, en su humanidad concreta,con sus motivaciones imperfectas(pero ¿quién pue<strong>de</strong> presumiraquellas perfectas?). Lainstancia ética no genera moralismosino solicitud pastoral,<strong>de</strong> manera que la débil llamaarroje una luz plena.La acogida comporta tambiéncelebraciones comprensiblesy aprovechables. Esto nosignifica ampliar la parte didascálica,<strong>de</strong>formando la liturgiay aburriendo a la comunidad;sino tratar que el rito seavivo y significativo. Tarea nofácil. Se trata, pues, <strong>de</strong> dospuntos aparentemente contradictorios:por un lado, respetarel lenguaje propio <strong>de</strong> la liturgiaen su inflexión simbólica ypragmática; por el otro, teneren máxima cuenta la reivindicación<strong>de</strong> inteligencia y <strong>de</strong> críticaque caracteriza nuestracultura <strong>de</strong> la sospecha, sin ce<strong>de</strong>ra la <strong>de</strong>riva intelectualistaque se envuelve en sí misma.Subjetividad pastoral:el enfermo enseña a los sanosFrecuentar el mundo <strong>de</strong> losenfermos es una auténtica escuela<strong>de</strong> vida, una práctica que<strong>de</strong>sarrolla <strong>de</strong> manera insuperablela capacidad <strong>de</strong> discernimientofrente a los problemasfundamentales <strong>de</strong> la existencia.El enfermo sacu<strong>de</strong> también lasensibilidad más adormecida yle hace recordar los valoresmás simples y profundos, queen una situación <strong>de</strong> buena saluda menudo son <strong>de</strong>jados paradójicamente<strong>de</strong> lado, en segundoplano. Es escuela <strong>de</strong> relaciones:incluso aquellas máscercanas e íntimas son vistas<strong>de</strong> manera nueva y surgen aspectosque la routine cotidianalas había puesto en sombra. Segozan así, aunque en la dramaticidad<strong>de</strong> la situación <strong>de</strong> enfermedad,<strong>de</strong>scubrimientos <strong>de</strong> humanidadque se quedarían latentes.Somos puestos a laprueba <strong>de</strong> manera recíproca,porque el enfermo requierecuidados y atenciones, reaccionacon sensibilidad agudizaday, a veces, pone a dura pruebaincluso a quien lo acu<strong>de</strong> conánimo generoso.El cabezal <strong>de</strong>l enfermo es cátedra<strong>de</strong> espiritualidad y <strong>de</strong> fe.ConclusiónLa formación <strong>de</strong> los que estánllamados a trabajar en elámbito <strong>de</strong> la sanidad sin dudase coloca entre las preocupacionesprimarias <strong>de</strong> la sociedadcontemporánea, tan atenta– aunque no siempre <strong>de</strong> modopositivo y correcto – a la calidad<strong>de</strong> la vida. Las gran<strong>de</strong>stransformaciones que caracterizanla edad mo<strong>de</strong>rna, sobretodo en estos últimos <strong>de</strong>ceniosque se aproximan al final <strong>de</strong>lmilenio, han incidido profundamenteen la i<strong>de</strong>ntidad y el

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